jueves, 23 de mayo de 2019

Lo femenino y las relaciones de pareja. Venus y la Luna en la carta natal

El nacimiento de Afrodita (Venus)
En consulta es habitual escuchar frases como la que sigue, provenientes de mujeres que llevan relaciones de larga data en las que no se sienten satisfechas ni plenas consigo mismas, tal como en muchos casos -no en todos- posteriormente terminan reconociendo: “Bueno, en realidad siento que mi pareja es amable, es buena conmigo, me hace sentir cuidada y todo pero nunca terminamos de congeniar, además sexualmente no pasa nada entre nosotros y no lo disfruto ni nunca disfruté…”, todo hablado con un tono que de entusiasmo o alegría no tiene demasiado. Este tipo de dichos se repite con mayor o menor grado de autosinceridad, pero suelen remitir a una problemática común: se ha construido una relación donde se está cómoda pero no feliz ni plena, en la que la persona se ha ido estancando al punto que va perdiendo de vista el propósito y la dicha de compartir un vínculo en pareja, volviéndose algo rutinario e inerte… pero seguro. 

Qué deja entrever realmente esta situación? En muchas ocasiones se trata de una gran frustración encubierta que esa persona ha enmascarado al entrar en una zona de comodidad que le hace sentir una supuesta estabilidad psíquica y emocional. La comodidad puede ser maravillosa, el problema aquí es que no responde a su fluir esencial sino a un estancamiento del que no se atreve a salir por miedo, un miedo que engloba muchas cosas, pero que primeramente se manifiesta en una ceguera y un gran autoengaño acerca de la propia situación, buscando autoconvencerse de que “las cosas así están bien”, bajo la fantasía de que si no miramos directamente el asunto, a la larga será como si este no exisitiese. 

Si vemos la situación en código astrológico, lo que típicamente encontramos en estos casos es una disociación entre la Luna y Venus, es decir, el aspecto femenino -que viene dado básicamente por estos dos planetas en la carta natal- no se vive como un todo integrado y la psiquis de la persona lo ha escindido en dos partes que no llegan a encontrarse armoniosamente debido a que se ha optado por desentenderse de una de ellas –Venus-, cargándose excesivamente en la otra –La Luna-, cosa que va condicionando toda la carta astral. Dicho más simplemente, la persona vive una situación que puede resumirse así: 

“Lo que me da seguridad emocional (patrón lunar primario) no es lo que me gusta, me excita y me da placer (Venus)”. 

Es decir, ambas cosas no coinciden y se encuentran muy distantes en el mundo interno de la persona, donde han sido disociadas –debido a que no se ha descubierto aún cómo pueden ser integradas- y se ha optado por una de ellas, queriendo esconder la otra en un rincón psíquico en donde no se la pueda ver. 

Cuando esto sucede, a menudo es señal de que se está viviendo desde los patrones lunares primarios, que llamo también automatismos lunares (más información de este tema aquí). Un automatismo lunar es un patrón de comportamiento que resulta de lo que el inconsciente de la persona registró como “seguridad emocional primaria” y viene indicado por la Luna, su signo, casa y sus vínculos en la carta natal. Este patrón se graba desde la gestación en adelante y se consolida en la niñez, y funciona de forma asociativa. Por ejemplo, si en mis primeros años yo era querido por mi madre cada vez que agradaba y sonreía a los demás o le hacía un baile a las visitas para que se enternecieran cuando ella me lo indicara (Luna en Libra), entonces el inconsciente asociará ambas cosas y grabará que “Amor = complacer y agradar a los demás” (lo que en el fondo es complacer a mamá), por lo que me sentiré seguro emocionalmente cada vez que complazca a otros, y cada vez que no lo haga, sentiré que pongo en peligro mi nutrición afectiva y que entonces no seré querido. Se ha configurado así el automatismo lunar. Si por otro lado, incorporé la vibración de una madre asfixiante en la que me sentí absorbido (Luna en Escorpio), asociaré inconscientemente que “Amor = ser absorbido”, por lo que mi automatismo lunar básico será luego entrar en relaciones en las que me sentiré abrumado o ahogado por el vínculo, y tenderé a reaccionar de forma conflictiva si este mecanismo se mantiene intacto. 

La Luna y Venus, juntas en el cielo.
Un automatismo lunar entonces es un patrón que necesita ser actualizado y transformado a medida que crecemos. De lo contrario, puede volverse disfuncional a la vida adulta, bloqueando o tiñendo con sus limitaciones a todo el resto de la carta, que queda por tanto condicionada en su expresión. Esto resulta en energías planetarias que no se desarrollan en nosotros y entonces las reprimimos o nos disociamos de ellas, y dado que no pueden hacer otra cosa sino expresarse, veremos que la vida nos las escenifica con maestría en forma de situaciones conflictivas para esa psiquis que quiso pretender que no existían. Y no es la vida la que está en conflicto, sino que nosotros somos quienes no estamos reconociendo ni honrando lo que somos y vivimos. Cuando un contenido de la carta no se reconoce dentro, la vida lo escenifica en el afuera. 

Volviendo a la frase del principio, cuando una mujer se encuentra en esta situación, es común que se halle anclada recreando el patrón primario de sus automatismos lunares (que no son lo mismo que una Luna equilibrada, no hay que confundir ambas cosas), lo que ha impedido que el resto de elementos de su carta se desarrolle y se vaya integrando de forma armoniosa. Cuando esto sucede, es que se está viviendo este patrón básico, lo que en el fondo dice que nos estamos relacionando desde la grabación inconsciente de la niña, por lo que aún no ha podido desarrollarse la mujer (Venus), de ahí que no veamos juntas en la relación de pareja a ambas energías, que no se encuentran entre sí: Tengo seguridad emocional primaria (Luna) pero no placer, gozo ni dicha (Venus). Cuando ambos indicadores del estado del aspecto femenino en una carta natal -Luna y Venus- no se despliegan a la vez en una relación, es que entonces no ha habido un encuentro interior consciente de ambos aspectos en la persona, que los vive disociados. 

Por otro lado, en el ámbito social el inconsciente colectivo ha vivido una escisión semejante, fomentada por el judeocristianismo y sus religiones derivadas aquí en occidente, que dignificó a la mujer básicamente como madre mientras que relegó al destierro a Venus, que es Afrodita, quien tuvo varios amantes tras estar en un matrimonio desgraciado con Hefesto. Es decir, pretendió extirpar el placer, el disfrute erótico y sexual, entre otras cosas. Glorificó algunas facetas muy precisas de lo lunar (la Luna se relaciona también con la maternidad, recordemos) y quiso borrar del mapa a Venus, separando con ello sexo y maternidad de placer y gozo extático. Al querer mutilar a Venus se redujo el aspecto femenino a un rol fijo y limitante, basado en la maternidad y no en el placer. 

Naturalmente, a la hora de revisar este tipo de situaciones en la pareja la conclusión es siempre la misma: Si el encuentro entre mi nutrición emocional madura –Luna actualizada- y el placer y el gozo –Venus- no se dan en el espejo de las relaciones, es porque en mi fuero interno estas cosas están distanciadas entre sí, esperando para ser integradas. Ahora bien, esto no quita que haya que revisar en consulta caso por caso, ya que la situación no es tan simple como una fórmula fija que simplemente involucre a Venus y a la Luna, ya que suelen haber otros factores desafiantes en la carta que se conjugan con estos y que la persona puede estar viviendo como bloqueos. Pensemos por ejemplo en la posición de Saturno, que nos habla de un reto importante en nuestro proyecto de vida y que tiene que ver con miedos o bloqueos a trascender. Como siempre, hay que revisar caso a caso, ya que cada uno tiene sus particularidades y cada persona es única y es ella quien vive su vida y tiene todas las claves. 

Muchas veces se habla y habla de Marte y Venus en cartas de sinastría o en estudios de pareja, pero olvidamos que mientras no actualicemos los automatismos lunares, una mujer tenderá a relacionarse con su pareja desde un lugar más bien infantil y lunar primario, buscando la seguridad y protección de un padre (relación vertical, lo que genera un desorden) antes que un vínculo igualitario de compañerismo mutuo. Una Luna en maduración busca qué es lo que le nutre emocional y afectivamente y va por ello, en lugar de quedarse anclada y limitada en ambientes que simplemente reproducen dicho patrón primario grabado en la niñez, donde esta nutrición dependía enteramente de otros, como lo eran en ese momento nuestros padres o quienes estuviesen a cargo. Cabe mencionar que en este artículo me he referido a mujeres pero el aspecto femenino por supuesto que está presente también en hombres y los mecanismos lunares primarios están igual de activos, por lo que su significado esencial es similar, si bien ambos sexos pueden vivirlo de distinta forma. 

En la medida que tomamos conciencia de estos patrones y vamos madurándolos, nuestras relaciones van cambiando y madurando al unísono, pues simplemente reflejan el estado de la información en la que nos vivimos. Es esencial además integrar el gozo, el placer y el disfrute sexual, erótico, sensorial, físico, contemplativo, emocional, etc. de la forma que sintamos realmente genuina, ya que todo ello es un aspecto de la vida que nos ayuda a mirar nuestra realidad con riqueza y armonía. A través de Venus también es como nos abrimos al mundo y a las relaciones, desplegando nuestros recursos y encantos naturales, que están allí para ser vividos a través de experiencias gozosas, y no como un mero agregado ni como un “obstáculo”. En estos tiempos, el aspecto femenino debe recuperar su lugar equilibrado y eso lo hacemos desde dentro y cada una/o a su ritmo. No hay marcha ni manifestación que pueda sustituir un trabajo interno claro y profundo, pero hay muchas herramientas que pueden ayudarnos.

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