miércoles, 5 de junio de 2019

La juventud de hoy


La juventud de hoy mira a sus padres y sus mayores, los ve arrastrándose por la vida, sin brillo en sus ojos ni pasión en lo que hacen y dice “yo no quiero ser como ellos”. 

La juventud de hoy no ve sentido alguno en ser leal a estructuras de vida que han servido para renunciar a lo que da sentido, alegría y ganas de vivir. 

La juventud de hoy no cree que haya una única manera de vivir la vida. Una única manera de hacerse adulto y vivir la adultez. 

La juventud de hoy se da cuenta del completo y absoluto sinsentido del sistema educativo, que sigue anclado en el reduccionismo y la estrecha visión de la inteligencia que se tenía en el pasado, destinado a formar trabajadores eficientes y no seres humanos que conocen sus talentos y ponen su vocación al servicio de otros. 

La juventud de hoy no estudia ni trabaja cuando no sabe qué hacer. Cuando tiene claro que no quiere vivir la vida insípida de sus padres, pero aún no ha descubierto qué diablos es lo que quiere hacer con la suya. 

La juventud de hoy cae en la confusión cuando quiere intentar un camino diferente y ninguno de sus padres puede servirle de referente, ya que ninguno tuvo el coraje de siquiera intentarlo. 

La juventud de hoy intenta borrarse de ese dilema y busca falsas salidas en las drogas, el alcohol, los videojuegos, la conexión superficial de las redes sociales y lo que aparezca. 

La juventud de hoy se rebela contra lo que no nos ha servido pero aún no encuentra lo que sí le sirve. 

“Y en estos tiempos, Cómo podemos guiarlos?” nos decimos. Y yo me pregunto: 

Cómo puede un padre o una madre infeliz guiar hijos que buscan lo que él no se anima a buscar? 

Cómo puede educar un profesor infeliz y fastidiado de la vida si la base de la pedagogía es el amor y el gusto por enseñar? 

Cómo puede ayudarles a descubrir su creatividad quien nunca se tomó el tiempo de confiar en la suya? 

Cómo puede mostrar caminos diferentes quien siempre hizo lo mismo que todo el mundo? 

En vez de criticarlos y ponerles límites desde el autoritarismo, qué pasaría si lo hacemos desde el propio ejemplo y asumimos nuestra parte en estas preguntas? Tal vez seríamos todos un poco más auténticos.

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