lunes, 11 de febrero de 2019

La Luna y nuestros automatismos emocionales

Mucho puede decirse de la Luna en astrología. Es un tema amplio que puede abordarse desde muchos ángulos, más aún si recordamos que un símbolo astrológico es multidimensional y no está restringido a un único plano de significado. En este artículo veremos únicamente uno u otro de ellos. En el curso anual y en los talleres profundizamos sobre estos aspectos. Puedes ver el programa 2019 del curso Aquí

Para empezar, en astrología la Luna está asociada a la protección, contención y seguridad que requiere una forma de vida para desarrollar de manera armónica sus procesos de crecimiento. Representa la necesaria contención y salvaguarda, a la vez que la nutrición física, emocional, psíquica y afectiva que necesita una forma de vida –como el ser humano, por ejemplo- para crecer y desarrollarse en un determinado momento. Digamos que, tal como la madre arropa al polluelo, la Luna tiende a aislar hasta cierto punto a esa forma de vida para proporcionarle un ámbito de seguridad tendiente a cerrarse sobre sí mismo (para protegerlo momentáneamente del exterior) y un entorno seguro donde pueda sentirse nutrida y crecer.

Si aplicamos esto a nosotros, seres humanos, comprenderemos por qué la Luna se asocia al ámbito maternal, protector, nutricio y afectivo; al ambiente que circunda al bebé cuando nace y que le proporciona –asumimos- todo aquello que luego su inconsciente irá asociando con la seguridad y estabilidad emocional y afectiva. De aquí que la Luna represente también la vivencia de la madre -o de quien haya hecho de madre- y de lo maternal en general. Es decir, cómo nos vivimos a nuestra madre (y no necesariamente como ES), ya sea si tenemos una imagen interna de ella como una persona controladora, traumatizada, afectuosa, cariñosa, distante, taciturna, independiente, errática, fuerte, dominante, confundida, etc.

Si has leído los artículos anteriores de este blog, ya sospecharás que esto no es casualidad ni aleatoriedad. Es decir, que tenemos a la madre precisa y perfecta que necesitábamos para nuestro proyecto de vida y la carta astral simplemente da cuenta de esto mediante un simbolismo astrológico (la Luna) y sus relaciones en un contexto. Más aún, nos muestra una VIVENCIA del arquetipo de lo materno, y no a la madre (o quien haya hecho de madre) en sí. Nos puede gustar o no, pero aquí de azares, nada.

Por ejemplo, si en mi carta tengo la Luna en Virgo, es muy habitual que lo materno se muestre en mi vida a través de una madre que hipervaloraba el orden, el detalle y la pulcritud, o incluso tuviese una postura obsesiva frente a estos temas, valorando que yo fuese ordenado y responsable antes que afectivo, efusivo o espontáneo. De esta forma el inconsciente graba el mensaje condicional “recibo afecto si es que soy pulcro y ordenado” y por lo tanto, cada vez que luego en mi vida intente salir de ese esquema (dejando los platos sin lavar, por ejemplo) sentiré que mi nutrición emocional y afectiva se pone en riesgo y que no hay garantías de que la reciba, ya que estaría rompiendo con la forma que tomó lo lunar en la grabación de mi inconsciente (Recordemos que Luna = seguridad emocional primaria).

Mecanismos de defensa :)
El problema es que luego crecemos, nos hacemos adultos y tendemos a conservar casi intactos estos patrones y grabaciones que tomó la forma de lo Lunar en la infancia. Y muchas de estas grabaciones pueden generarnos esquemas conflictivos o bloqueantes que luego se replicarán en nuestros principales vínculos si es que no los abordamos (La Luna está estrechamente relacionada con los vínculos, por lo que si no gestiono estos patrones lunares, lo que usualmente sucede es que se repiten).

Es muy útil mirar la Luna en una carta, pues nos puede dar muchas pistas de las grabaciones y asociaciones inconscientes que condicionan nuestro comportamiento emocional primario y que nos conviene tener a la vista, ya que si no las actualizamos cuando crecemos, pueden dificultarnos mucho el campo de la seguridad emocional interna y el de las relaciones, especialmente las más cercanas, como las de pareja o de tipo familiar.

Pensemos por ejemplo en una Luna en Cáncer, el signo de lo maternal por excelencia (ya que la Luna es el planeta -luminar- asociado a Cáncer). Para esta Luna la seguridad emocional y afectiva viene dada por el sentirse arropada, nutrida afectivamente y querida por un círculo de contención cerrado, formado por los que siente como “suyos”, sean estos familia, amigos, etc. por lo que tiende a establecer dichos círculos clánicos cerrados en los que hay un adentro y un afuera claramente establecidos. En el adentro usualmente está su familia (a la que muchas veces ponen por encima de todo, y es común que uno de sus anhelos sea permanecer junto a ellos toda la vida, como un gran clan) y las personas que les han demostrado ser de confianza. Habitualmente sienten una gran dependencia y apego emocionales hacia los miembros de este “clan”. En el afuera, por otro lado, suelen estar todos los demás, el resto del mundo. Esta es entonces una configuración bipolar, donde cada uno tiene un status específico en función de si se encuentra dentro o fuera del círculo.

El nudo que se forma con este tipo de patrón -por ejemplo- se ve claramente cuando es el momento de que algún integrante del grupo se largue a hacer su vida independiente. Esta Luna puede llegar a vivirse esto como una de las peores ofensas que puede recibir, ya que le hace tambalear su patrón de seguridad emocional primario. Pensemos por ejemplo en unos padres cuyos hijos se van de casa para hacer su vida adulta e independiente de ellos. Una Luna en Cáncer desactualizada (anclada en su patrón primario de clan) puede llegar a vivirse esto de muy mala manera, sintiendo que los hijos “la abandonan” o son “unos malagradecidos que ahora se van y me dejan solo/a”, para cerrar con una frase típica de la faceta manipuladora de la energía Canceriana: “…y después de todo lo que hice por ellos, así me pagan, dejándome”.

Qué está pasando realmente? Pues que el inconsciente, que es quien graba los patrones asociativos de seguridad y supervivencia físico-afectiva ha encendido las alarmas al ver que estos corren riesgo de tambalearse. El niño necesitaba de la presencia de los demás para sobrevivir, y fue este niño quien grabó ese mensaje. Pero el adulto ya no necesita de este esquema de supervivencia, y sin embargo, como no es consciente del patrón lunar, no puede actualizarlo y entonces lo ejecuta tal cual el niño. En esa reacción, los padres del ejemplo están desplegando un patrón inconsciente de infancia no abordado, tal como si se hubiese congelado en el tiempo. Quien habla es el niño, no el adulto. Es como si hoy tuviese una computadora moderna y siguiese corriendo “Windows 95”, cuando podría actualizarlo a la última versión.

En esta situación nos ayuda tener claro que la Luna en Cáncer a menudo vive la independencia afectiva como una ofensa, como una separación que la pone en entredicho. De esta manera, es más sencillo comprender y captar los comportamientos del otro, y de esa manera podemos gestionarlos mejor, ya que en el fondo nos hablan de una necesidad emocional (la Luna también está relacionada con nuestras necesidades emocionales primarias). Y si es ese padre o madre quien está en consulta, pues es una gran oportunidad para mirar, tomar conciencia y actualizar estos patrones, con el fin de que saquemos lo mejor de cada situación. No se trata de “renunciar” a la Luna porque “esté mal” (cosa que, de todos modos, no veo posible ni necesario) sino de actualizar los esquemas para que nos sean funcionales y adecuados a lo que queremos y necesitamos vivir. A estos patrones los llamamos “automatismos lunares”. Cada Luna tiene sus automatismos clásicos y sus maneras de vivirlos, por lo que conocerlos y reconocerlos puede sernos de gran ayuda a nosotros mismos y en nuestros vínculos, sean estos del tipo que sean.

A modo de pequeña aclaración astrológica, no basta con saber en qué signo tengo la Luna en mi carta, sino que hay que verlo en el contexto de toda esa carta. Aunque esté en un mismo signo, no es lo mismo tener la Luna en una casa o en otra, o junto a un eje, o en conjunción con otro planeta, o con tal o cual aspecto, etc. Y esto sin mencionar que la Luna es UN componente de la carta, en relación con TODO lo demás. Esto configura diferentes esquemas, por lo que no hay dos personas iguales. Por otro lado, cómo estamos viviendo las energías de lo lunar en nuestra vida del día a día, también variará caso a caso, si bien existen algunos en que se ve claramente cómo toma forma a la perfección la descripción astrológica elemental.

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