Estudiar astrología no es estudiar un conocimiento estático, sino sentir y afinar nuestra percepción para conectar con una matriz energética que rige en los procesos evolutivos de las cosas y los seres vivos en este planeta. La energía es dinámica y está siempre moviéndose y actualizándose. Aunque una matriz pueda estar hecha de patrones, éstos siempre están desplegándose en nuevas posibilidades y frecuencias vibratorias, al modo de una espiral que gira sobre sí misma pero que nunca se repite, ya que en cada vuelta hay algo diferente.
Esto, que puede sonar muy amplio o etéreo debemos aterrizarlo y aprender a descubrirlo y observarlo en lo cotidiano. Un conocimiento astrológico que sólo queda a nivel de abstracción o de intelecto está cojo, ya que le faltaría su otro extremo: el de su aplicación y experimentación aquí y ahora, en la materia y en lo práctico. A esta vida venimos a tener experiencias prácticas, no sólo a especular. El lenguaje astrológico -simbólico y multidimensional- sirve de puente entre aquellos ámbitos que se escapan a nuestra percepción habitual de las cosas y la vida del día a día. Enlaza el nivel que contiene las claves donde todo se une de forma coherente con el de la experiencia práctica, donde comemos, nos relacionamos, vamos al baño, trabajamos (en lo que nos gusta, por supuesto), reímos y lloramos.
La astrología nos ayuda a unir las piezas –aparentemente inconexas- de nuestra vida. Y de repente la película donde se narra la historia de vida de cada uno va cobrando perfecto sentido, poniéndose en evidencia conexiones y vínculos donde antes no se los veía. Se hace muy claro que había una perfecta coherencia y sincronía en ese accidente, esa relación, ese viaje, esa discusión, ese período de mi vida en que aparentemente nada se movía, ese proyecto exitoso o fallido. Todo estaba implícito en mi proyecto de vida, no como destino inobjetable, pero sí como potencial que pasó al acto y se materializó. Y esta toma de conciencia puede hacernos reformular todo lo vivido, ya que si bien no nos cambia los hechos, sí se transforma la perspectiva desde la que los evaluamos y los procesamos. Y si eso cambia, todo cambia para nosotros.
Estudiar astrología es también ir aprendiendo a mirar de forma más neutral lo que antes parecía intrínsecamente positivo o negativo, ya que en un cierto plano de cosas ambas valoraciones tienden a mezclarse y relativizarse en función del contexto. Y allí no nos sirven las valoraciones dualistas, por más que como humanos todos las tengamos (cosa que también es genial, simplemente son niveles de significación distintos). A veces mediante un convulso accidente de tráfico una persona cambia completamente su vida, pasando de ser un alma teñida por lo gris de la frustración de vivir una rutina que no le satisface, a un ser radiante que disfruta de todo lo que el mundo pone a su disposición. Si esa es la consecuencia, entonces el accidente fue positivo o negativo? Quizás esa escala de valoración no es la más adecuada. El accidente simplemente fue. Fue lo necesario en un momento preciso del tiempo y dada una situación de vida que se viene arrastrando. A veces lo que nos pasa no es lo bueno o lo malo, es simplemente lo necesario. Para quién? Para nuestra alma, diseñadora y actriz principal del proyecto de vida reflejado en la carta astral. Si algo es de provecho para ese proyecto, el alma no lo juzga. Simplemente lo toma. Si nacer con una enfermedad o retraso cognitivo es del mayor provecho para ese ser, así será. Y si algún día esa enfermedad ya cumplió su propósito, desaparecerá. Es esto una apología al sufrimiento o a la desgracia? Claro que no! simplemente es notar que a veces hay criterios que se nos escapan de nuestras valoraciones superficiales.
Estudiar astrología no es para escaparse al “éter” o refugiarse en lo profundo de otros niveles de significación. Tampoco para servir de herramienta a personalidades controladoras que buscan “predecir el futuro” para evitar hacerse cargo del presente. Pero sí para traer esos niveles a este momento y verlos reflejados en lo concreto, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.