lunes, 25 de febrero de 2019

El contagio como supuesto incuestionado

El misterioso cerebro humano.
“Hay enfermedades que son contagiosas”

-No. Para enfermarte, es preciso que exista previamente una carga conflictiva para tu sistema de información que a nivel inconsciente se esté gestionando a través de tu hardware biológico. Esta carga conflictual puede haberse originado en tu vivencia diaria, en vivencias del pasado, de infancia, vida intrauterina, por afinidad con la información del árbol transgeneracional, o en vidas pasadas.

Por otro lado, hablar de enfermedades contagiosas supone que los microorganismos son patógenos de por sí. Esto es un equívoco de percepción adoptado por la medicina de academia al detectar que había presencia de microorganismos en ciertas fases de ciertas enfermedades. Pero de ahí no se sigue que dichos microorganismos sean los CAUSANTES de la enfermedad en sí. El Dr. Hamer se dio cuenta a la perfección de este detalle, mostrando que el microorganismo participa en una determinada fase de la enfermedad a petición del cerebro y en un acceso autorizado y consentido por el propio organismo. Luego de que cumple su función, es desechado o destruido.

Los virus, por otro lado, no tienen vida ya que no efectúan los procesos base de un ser viviente, por lo que todo intento de personificarlos (“es un virus agresivo”, “un virus me atacó”) no tiene sentido y únicamente proviene de la mente de donde salió (usualmente personas que viven en modo “ataque-defensa” o están muy pendientes de defenderse).

Lo que sí hay es “pegoteo” de inconscientes. Más bien, el inconsciente es uno, ya que en último término somos un solo ser focalizándose en infinitas perspectivas y focos individualizados de conciencia, (y esto no es moralismo New Age, sino observación) que somos cada uno de nosotros, por lo que si no hay una individuación suficiente, los inconscientes estarán muy pegados, y lo que por uno pasa, lo vive también el otro u otros. Esto explica en parte el por qué de la transmisión transgeneracional de información (que tiene su correlato biológico a nivel de ADN y sus modificaciones), en donde resonamos con los dramas o dones de nuestros ancestros en la familia.

El tan vapuleado ego seguramente aquí tiene un rol que jugar, ya que si no tenemos la suficiente individuación y diferenciación (“yo soy yo, tú eres tú”), entonces estaremos tan integrados al inconsciente que terminaremos viviendo la vida de otros, sea la de la familia, grupo de pertenencia, el inconsciente colectivo, partido político, hermandad religiosa, etc. Quizás el ego está allí simplemente para asistirnos en vivir la experiencia de individuación y diferenciarnos del inconsciente. De ser así tiene perfecto sentido decir que el ego está al servicio del alma. El problema vendría cuando la situación se invierte.

Por lo tanto, lo que hay es la posibilidad de vivencias compartidas (“mi madre sufre y yo sufro”, “vamos a morir en esta guerra”) a nivel de inconsciente colectivo. Véase por ejemplo cuando una clase de niños cambia de maestra y muchos se enferman de varicela. La inercia cultural hablará de “contagio”, pero lo que realmente está pasando es que hay una vivencia compartida a nivel de inconsciente (separación + cambio conflictivo de figura maternal, por ejemplo) en algunos miembros de ese grupo. Si no está dicha vivencia, no hay enfermedad. Por algo algunos se enferman y otros no. Sin un biopsicoshock de información conflictiva, no hay enfermedad, no importa si alrededor están todos enfermos.

Ahora bien, otra variante de lo mismo es la siguiente: muchos adultos le temen a la enfermedad y el inconsciente colectivo obra tal poder en ellos (“Es la temporada de las alergias”, “Anda un virus terrible”, “Viene el invierno, no nos vayamos a enfermar”… afirmaciones que muchos aceptan incuestionadamente) que ambas cosas configuran una mezcla que, de ser suficiente deja la puerta abierta a crear la realidad que esta información demanda. La ecuación que representa esta situación es:

Información + emoción = creación

Si hay suficiente de los ingredientes -emoción de miedo intenso y sostenido - y resonancia con la información que ronda el inconsciente colectivo (difundida por los medios de comunicación, por ejemplo, que gozan de validación en dicho inconsciente: “Si sale en la tv es verdad”) entonces la puerta está abierta para que la mezcla materialice y se manifieste. Por qué? Porque somos CREADORES y las leyes de la creación así lo permiten. Los medios –y quienes están detrás de ellos- proporcionan información porque hay quienes saben que esta incidirá en lo que finalmente manifestaremos como realidad, por lo que tratan de amoldarla a sus intereses, en un intento de transformarnos en perceptores pasivos de los contenidos que ellos cargan en la nube colectiva de información. Si lo logran, es por la sencilla razón de que estamos permitiendo tácitamente que otros creen la realidad por nosotros.

El “contagio” ha sido producto de la distorsión cognitiva que se produce en nosotros cuando el miedo entra en escena. Ya es tiempo de quitarnos la venda de los ojos y mirar en otras direcciones, sin dejar nunca de cuestionar lo que damos por cierto sin procesar ni digerir. Quizás lo que más nos aparta de la salud es justamente eso, el tomar las verdades de otros como certezas absolutas e incuestionadas.

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