El traspaso a un nuevo paradigma de la salud implica un paso importante en la maduración individual y luego colectiva. Implica dejar de alimentar el personaje de la víctima en el que hemos estado atascados, que es el que cree que "Esto me pasa para mi fatalidad", "La enfermedad me viene de afuera", "Es algo desconocido y terrible ante lo que no puedo hacer nada porque no tiene nada que ver conmigo", implica dejar de lado esta vibración energética y en cambio comenzar a recordar que gestiono un rico campo de información y energía, que llamamos "mundo interno", en el que se mueven mis pensamientos, creencias, emociones, patrones de conducta, programas adquiridos, actos, etcétera y que soy el administrador y cocreador de todo eso, con capacidad de editar o modificar lo que crea adecuado cuando lo crea adecuado, y también de pedir ayuda para hacerlo cuando me sienta en dificultades.
Esto en la palabra es sencillo pero para que lo sea también en la práctica implica un compromiso constante con la madurez de lo que la vida nos indique que necesitamos madurar. Implica dejar de ser colonizados por las creaciones colectivas de miedo, paranoia, y falta absoluta de poder y de reflexión consciente. Implica ir reconociendo los lugares desde dónde nos estamos moviendo. Implica ir procesando los miedos que en todo campo de información pueden existir, incluido el miedo a la enfermedad (que justamente a lo que ayuda es a generar enfermedad, de este modo lo superamos y así es como el cerebro baja el sobrestress: generando lo que tememos, así se convierte en una experiencia y no en un temor constante). Implica reconocernos como los principales gestores del poder sobre nuestra salud, y dejar de regalarlo a entidades, academias, autoridades, pánicos colectivos, ideologías, medios de comunicación, industrias de la salud, y a quien sea (incluido al que escribe ;) ). En lugar de eso podemos utilizarlo para indagarnos en nuestras profundidades e indagar en las profundidades de lo que ocurre tras las apariencias, invertirlo en darle la vuelta a nuestro miedo a la enfermedad, a lo desconocido entrando justamente allí y ver que realmente ese miedo puede ocultar verdaderos tesoros para nuestros procesos de vida. Pero para averiguarlo hay que atreverse y poner toda la carne en la parrilla, sin tibieza. No sirve ser espectador pasivo y consumidor de las verdades prefabricadas que se ofrecen. En algún momento hay que pasar a la acción y encarnar esa búsqueda y no sólo imaginarla. Cada uno a su manera y como resuene, pero llevarlo al acto, a la experiencia. Invertir energía, tiempo y recursos en ella. Es mucha la cantidad de personas que simplemente se acoplan a la creación de realidades colectivas que no les agradan ni favorecen solamente porque no se han decidido a emprender dicha búsqueda y se han quedado en la falsa comodidad de lo establecido, mientras su alma se queda sedienta, pues las fotocopias o clones no le valen, sólo lo auténtico que ya tiene para ofrecer y que dicha falsa comodidad acalla y anestesia. Desde esa autenticidad es de donde vibra para contribuir a nuestros procesos colectivos como humanidad.
Todo tiene un precio, y no siempre es en dinero; también implica compromiso, constancia, dedicación, voluntad y persistencia, y sin estos ingredientes al servicio de un viaje interno (que nadie puede hacer por nosotros) seguiremos estancados alimentando realidades que definitivamente no nos favorecen si ya nos decidimos a convertir los miedos en un material evolutivo que nos lleve a una nueva etapa. De otro modo, quienes elijan -conscientemente o no- vibrar en la frecuencia de los miedos colectivos seguirán experimentando sus sombras a través del pánico, la paranoia, el terror y el conflicto global que el personaje de víctima alimenta y necesita para seguir perpetuándose y de este modo hacerse visible, hasta que, en algún posible momento, cada persona decida verlo, escucharlo, tomarlo de la mano e integrarlo conscientemente a su experiencia de vida, pagando el precio interno que ello pide. Y este es un primer paso para la transición a un nuevo paradigma de la salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario