viernes, 20 de marzo de 2020

Hipótesis de Decodificación del Coronavirus Sars-Cov-2

Lo primero es aclarar que los Coronavirus son una familia de virus conocida desde hace tiempo, por lo que el Sars-Cov-2 sería sólo una variante más dentro de dicha familia. Por el tipo de síntomas que se asocian a este virus no es difícil saber de qué tipo de conflictos se trata. Afectan principalmente al sistema respiratorio, por lo que deberemos buscar en el riel de broncas y miedos en el territorio (el “aire que me rodea”). Además, ya hay decodificadores que han publicado la decodificación general de los Coronavirus (Ver “Decodificación Microbiológica y Viral – E. Bouron).En este caso, la decodificación que propongo a modo de hipótesis es la siguiente:

Decodificación general presunto Sars-Cov-2:

-Conflicto territorial por no poder tumbar abajo al que tiene la corona, vivido en una tonalidad de víctima-agresor y de poderoso-impotente (“Soy víctima de los que ostentan la corona -políticos, gobierno, clases acaudaladas, aristocracia, empresariado- y que por tanto no me permiten coronarme y liberarme de su paternalismo arbitrario y dominante”).

-Conflicto con la incapacidad e impotencia de coronarse vencedor en una disputa territorial con tonalidad de desamparo e insuficiencia de poder.

-Conflicto de amenaza territorial con tonalidad de vencido/vencedor (víctima - agresor) en un diferendo que no se pudo ganar y que define el gobierno del territorio y sus disposiciones.

Esto debemos complementarlo con las decodificaciones específicas de los cuadros sintomáticos respectivos de cada caso para afinar la decodificación.

ACTUALIZACIÓN 2021: Hasta el momento no hay evidencia que permita afirmar la existencia de un presunto virus nuevo llamado Sars-CoV-2, debido a que el aislamiento y purificación viral no se ha hecho de manera satisfactoria (los estudios que así lo afirman carecen de una metodología que tenga una base lógica y biológica coherente que permita afirmar dicho aislamiento, por mucho que se ocupe esta palabra) lo cual ya constituye una suficiencia lógica que imposibilita afirmar que exista una enfermedad llamada COVID-19 asociada a este presunto virus (cuyo código genómico fue en su mayor parte creado a partir de bases de datos de genomas y software computacional, asumiendo parecido con otros coronavirus). En caso que el lector se pregunte por las muertes a las que se le ha adjudicado ese diagnóstico, basta ir a la raíz del asunto: se han diagnosticado basadas en un test (PCR) no apto como herramienta de diagnóstico y en presunciones y sospechas, no en hechos. Más aún, la lógica de base asociada a los protocolos de aplicación de dicho test no tiene sostén ni fundamento por una cantidad de motivos (inespecificidad, diseño de primers, umbral de ciclos, etcétera) comenzando por el mencionado arriba: si no hay un virus identificado entonces no hay nada que detectar.

Entonces, lo que nos da la clave aquí es recordar que cuando hay movimientos colectivos intensos, nueva información entra al inconsciente colectivo, a la cual los sistemas biológicos deberán adaptarse. Por lo tanto, lo que porta las claves de este proceso es la decodificación simbólica y astrológica (citada más abajo). El inconsciente no se equivoca y el nombre "Corona" no es casual. Esta es la auténtica clave simbólica tras el proceso evolutivo que como colectivo humano está ocurriendo.
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Astrológicamente corresponde sincrónicamente por tránsitos a un momento de conjunción Saturno (responsabilidad, madurez)-Plutón (miedos, psicosis, destrucción y derrumbe de estructuras psíquicas, culturales, socioeconómicas y de todo tipo que se encuentren desalineadas con el momento evolutivo actual), junto a otros planetas en Capricornio (campo energético que representa las estructuras y el sistema socioeconómico y cultural en boga), todo lo anterior conjugado con Neptuno en Piscis (o nos unimos en la auténtica conexión espiritual colectiva, o nos uniremos a través del victimismo y del miedo) y Urano en Tauro (la comodidad y estabilidad de la inercia de vida entra en un vacío que lleva a cuestionamientos y desestructuración que a su vez tiene el potencial de generar cambios financieros y en la gestión de los recursos, entre ellos los materiales y monetarios). 

En síntesis: Es hora de asumir la responsabilidad por todos los aspectos psíquicos que ahora saltan a la luz y que impiden la madurez interna para ser los conductores del propio destino (gobernar el propio territorio, que incluye también al espacio psíquico). Es hora de madurar espiritualmente y afrontar nuestras sombras psíquicas individuales y colectivas que nos impiden ejercer el poder interno y autocoronarnos como soberanos, constructores y conductores de nuestros destinos. Esto implica una oportunidad para el fin del victimismo colectivo donde se regala el poder a estructuras paternalistas caducas, que deben ser derruidas para que los movimientos evolutivos continúen su camino y el grupo haga el traspaso a un nuevo paradigma de adultez, donde la verdad es interna y no viene dada de antemano por otros. El vivir sin ejercer el poder interno (“Quiero que otros me digan qué debo pensar, cómo debo vivir, qué cosas debo creer y cuál es la verdad”) ha creado un estado de infantilismo psíquico que debe transformarse completamente para que nuevas formas de vida puedan construirse y los procesos globales continúen en la adecuada frecuencia. El “Poder de ser” es entonces un tema fundamental en este momento astrológico, que determinará si la conexión con el otro se hará a través del miedo y el pánico, o a través de dicho poder. Este al menos es el potencial de este momento evolutivo.

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