sábado, 21 de marzo de 2020

Actividades 2020: Congreso Internacional de Astrologia Online "Las Claves Astrológicas del siglo XXI - 2020 Año de grandes Cambios"




Con mucho entusiasmo comparto que he sido invitado a participar en este interesante evento online. Seremos más de una veintena astrólogos de habla hispana a tu alcance, transmitiendo sus enfoques y perspectivas astrológicas de los interesantes tiempos que estamos viviendo.

Participaré con la ponencia "Viviendo a Saturno y Plutón en Capricornio: llegó la hora de transformación - Guía práctica" en donde revisaremos el significado profundo de esta configuración astrológica en nuestro momento evolutivo actual, y qué implica para nuestros procesos internos de la vida cotidiana, ya que esta conjunción nos mueve a transformar y madurar en conciencia todo lo que nuestra alma precisa, confrontándonos a la vez con nuestras sombras psíquicas que debemos integrar con amor. El trabajo saturnino se hace en la materia y aquí dejaremos algunas indicaciones casa por casa.

Las conferencias podrán verse gratuitamente el mismo día de su emisión y con posterioridad tendrás la opción de comprar el pack con todas ellas a un precio muy conveniente, para que las veas cuantas veces quieras.

A continuación todas las coordenadas del evento:

-Cuándo: Desde el 27 de marzo al 1 de abril. Mi ponencia será el día 30 de marzo.
-Dónde: Accede online desde cualquier lugar del mundo
-Cómo obtener tus entradas GRATIS? Haciendo click aquí:  https://go.hotmart.com/W23063927X


Todos/as invitados! Obtén  tu entrada y disfrútalo desde tu hogar o desde donde quieras!

viernes, 20 de marzo de 2020

Hipótesis de Decodificación del Coronavirus Sars-Cov-2

Lo primero es aclarar que los Coronavirus son una familia de virus conocida desde hace tiempo, por lo que el Sars-Cov-2 sería sólo una variante más dentro de dicha familia. Por el tipo de síntomas que se asocian a este virus no es difícil saber de qué tipo de conflictos se trata. Afectan principalmente al sistema respiratorio, por lo que deberemos buscar en el riel de broncas y miedos en el territorio (el “aire que me rodea”). Además, ya hay decodificadores que han publicado la decodificación general de los Coronavirus (Ver “Decodificación Microbiológica y Viral – E. Bouron).En este caso, la decodificación que propongo a modo de hipótesis es la siguiente:

Decodificación general presunto Sars-Cov-2:

-Conflicto territorial por no poder tumbar abajo al que tiene la corona, vivido en una tonalidad de víctima-agresor y de poderoso-impotente (“Soy víctima de los que ostentan la corona -políticos, gobierno, clases acaudaladas, aristocracia, empresariado- y que por tanto no me permiten coronarme y liberarme de su paternalismo arbitrario y dominante”).

-Conflicto con la incapacidad e impotencia de coronarse vencedor en una disputa territorial con tonalidad de desamparo e insuficiencia de poder.

-Conflicto de amenaza territorial con tonalidad de vencido/vencedor (víctima - agresor) en un diferendo que no se pudo ganar y que define el gobierno del territorio y sus disposiciones.

Esto debemos complementarlo con las decodificaciones específicas de los cuadros sintomáticos respectivos de cada caso para afinar la decodificación.

ACTUALIZACIÓN 2021: Hasta el momento no hay evidencia que permita afirmar la existencia de un presunto virus nuevo llamado Sars-CoV-2, debido a que el aislamiento y purificación viral no se ha hecho de manera satisfactoria (los estudios que así lo afirman carecen de una metodología que tenga una base lógica y biológica coherente que permita afirmar dicho aislamiento, por mucho que se ocupe esta palabra) lo cual ya constituye una suficiencia lógica que imposibilita afirmar que exista una enfermedad llamada COVID-19 asociada a este presunto virus (cuyo código genómico fue en su mayor parte creado a partir de bases de datos de genomas y software computacional, asumiendo parecido con otros coronavirus). En caso que el lector se pregunte por las muertes a las que se le ha adjudicado ese diagnóstico, basta ir a la raíz del asunto: se han diagnosticado basadas en un test (PCR) no apto como herramienta de diagnóstico y en presunciones y sospechas, no en hechos. Más aún, la lógica de base asociada a los protocolos de aplicación de dicho test no tiene sostén ni fundamento por una cantidad de motivos (inespecificidad, diseño de primers, umbral de ciclos, etcétera) comenzando por el mencionado arriba: si no hay un virus identificado entonces no hay nada que detectar.

Entonces, lo que nos da la clave aquí es recordar que cuando hay movimientos colectivos intensos, nueva información entra al inconsciente colectivo, a la cual los sistemas biológicos deberán adaptarse. Por lo tanto, lo que porta las claves de este proceso es la decodificación simbólica y astrológica (citada más abajo). El inconsciente no se equivoca y el nombre "Corona" no es casual. Esta es la auténtica clave simbólica tras el proceso evolutivo que como colectivo humano está ocurriendo.
_______________________

Astrológicamente corresponde sincrónicamente por tránsitos a un momento de conjunción Saturno (responsabilidad, madurez)-Plutón (miedos, psicosis, destrucción y derrumbe de estructuras psíquicas, culturales, socioeconómicas y de todo tipo que se encuentren desalineadas con el momento evolutivo actual), junto a otros planetas en Capricornio (campo energético que representa las estructuras y el sistema socioeconómico y cultural en boga), todo lo anterior conjugado con Neptuno en Piscis (o nos unimos en la auténtica conexión espiritual colectiva, o nos uniremos a través del victimismo y del miedo) y Urano en Tauro (la comodidad y estabilidad de la inercia de vida entra en un vacío que lleva a cuestionamientos y desestructuración que a su vez tiene el potencial de generar cambios financieros y en la gestión de los recursos, entre ellos los materiales y monetarios). 

En síntesis: Es hora de asumir la responsabilidad por todos los aspectos psíquicos que ahora saltan a la luz y que impiden la madurez interna para ser los conductores del propio destino (gobernar el propio territorio, que incluye también al espacio psíquico). Es hora de madurar espiritualmente y afrontar nuestras sombras psíquicas individuales y colectivas que nos impiden ejercer el poder interno y autocoronarnos como soberanos, constructores y conductores de nuestros destinos. Esto implica una oportunidad para el fin del victimismo colectivo donde se regala el poder a estructuras paternalistas caducas, que deben ser derruidas para que los movimientos evolutivos continúen su camino y el grupo haga el traspaso a un nuevo paradigma de adultez, donde la verdad es interna y no viene dada de antemano por otros. El vivir sin ejercer el poder interno (“Quiero que otros me digan qué debo pensar, cómo debo vivir, qué cosas debo creer y cuál es la verdad”) ha creado un estado de infantilismo psíquico que debe transformarse completamente para que nuevas formas de vida puedan construirse y los procesos globales continúen en la adecuada frecuencia. El “Poder de ser” es entonces un tema fundamental en este momento astrológico, que determinará si la conexión con el otro se hará a través del miedo y el pánico, o a través de dicho poder. Este al menos es el potencial de este momento evolutivo.

lunes, 16 de marzo de 2020

Los virus, el contagio y las epidemias

Este texto va dirigido a quienes están listos para dejar de ver a la enfermedad como un mal a combatir desde el miedo y la ignorancia y en cambio están dispuestos a entrar en lo que se muestra tras las apariencias de lo que comúnmente se cree. Para quienes sospechan o saben que las cosas no son como nos han contado. Para esas personas, sean pocas o muchas es que ha sido escrito. 

La enfermedad es el esfuerzo que hace la naturaleza para curar al hombre
C. Jung


Qué es un virus? Según las observaciones de la medicina convencional, es básicamente una cadena de ADN o ARN sencilla o doble, envuelta por una membrana proteica que la recubre. Y ya está. El virus no tiene estructura celular (no está hecho de células), no tiene metabolismo, es decir, no ejecuta los procesos químicos y biológicos que caracterizan a la vida celular. Tampoco registra procesos de crecimiento o adaptación al entorno como sí hacen los seres vivos. Y finalmente, no pueden reproducirse. La replicación de su código se produce sólo en presencia de una célula que lo facilite. En conclusión:

UN VIRUS NO ES UN SER VIVO

De aquí se desprenden muchas consecuencias. Puede “atacar” algo que no está vivo? Puede ser agresivo algo sin vida? Cuando nos pegamos con el dedo meñique del pie en la pata de una mesa, decimos que la mesa nos atacó o fue agresiva con nosotros? Evidentemente, la respuesta es NO. Adjudicarle vida a un virus es tan absurdo y carente de sentido como decir que “La mesa, que es muy agresiva, me atacó”. 

Entonces, qué es un virus? Fundamentalmente es un “pendrive” biológico que lleva en sí una actualización (en forma de código de ADN o ARN) que contiene la solución biológica a un conflicto de adaptación que tiene el organismo receptor del virus. Cómo llega entonces el virus, que no tiene vida a la célula? Simplemente porque nuestra central de comandos biológica llamada cerebro, que es la encargada de velar por nuestra supervivencia momento a momento permite mediante un acceso autorizado al virus a ingresar a la célula (que es la que lo atrae) sin ser destruido o descartado por el sistema de limpieza y mantención, antes llamado “sistema inmune”, nombre que por supuesto no tiene sentido ya que no vivimos en una guerra defensiva.

Este acceso no es aleatorio ni casual, sino que se debe a que, mientras estemos vivos, el cerebro responderá a la información conflictual que se le ingrese y, si la percibe como amenazante para la supervivencia, entonces desencadenará un programa adaptativo (llamado “enfermedad”) para justamente adaptar al organismo a esta nueva contingencia. En otras palabras, cuando en nuestra vida cotidiana vivimos un conflicto que no gestionamos y que el cerebro detecta como un sobrestress que excede sus márgenes de tolerancia, entonces pondrá en marcha el programa de adaptación llamado “enfermedad”, y es durante un momento preciso de este programa cuando ingresan en escena los virus, que portan la información específica que el organismo necesita incorporar para solucionar el conflicto en clave biológica (que es el código que maneja).

Nos enfermamos por los conflictos que creamos con nuestra psique en conexión con nuestro soporte biológico. El cerebro está desde tiempos inmemoriales programado para detectar todo lo que sea amenazante para la supervivencia del organismo que comanda, y cuando tenemos un conflicto cualquiera capaz de generar un biopsicoshock que no gestionamos conscientemente, ya sea porque no podemos, no sabemos o no lo expresamos, entonces el cerebro leerá la información conflictiva, no importándole si se trata de un conflicto imaginario, simbólico, real, virtual, figurado, etc. ya que lo que detecta es toda aquella impronta energética que lleve al sobrestress y al agotamiento, y cumplirá con su función, que es garantizar nuestra supervivencia momento a momento. Entonces, acto seguido ejecutará un programa (de los que tiene cargados en su base de datos, llamada ADN) para adaptar las partes u órganos de nuestro organismo que se requieran para así atender la contingencia. Esta adaptación es lo que conocemos como “enfermedad”.

Por lo tanto, la enfermedad es la SOLUCIÓN a un CONFLICTO que se tuvo previamente y que, al no ser gestionado demandó una respuesta biológica, desencadenada por el propio cerebro automático, que entonces adaptó al organismo a esta nueva contingencia. La enfermedad es, por tanto, una RESPUESTA ADAPTATIVA DE SUPERVIVENCIA activada a partir de un sobrestress generado por un conflicto bio-psico-emocional que se desencadenó en nuestra psique.

Se desprende entonces que para desactivar la enfermedad se hace necesario liberar a nuestro cerebro de tener que gestionar y solucionar el conflicto de forma biológica (el cerebro nos “habla” a través de la biología ya que esa es la clave que maneja) para traerlo a la luz y gestionarlo de forma consciente, haciendo todo lo necesario para que la carga conflictual que hay en nuestra psique deje de ser tal. Esto en la práctica a menudo involucra cambio de perspectivas, de creencias, patrones de comportamiento y formas de actuar que no ayudan a resolver dicha carga que creamos. 

Los virus son parte del sistema microbiano y viral en el que estamos inmersos. Se calcula que en nuestro organismo tenemos tanta o mayor cantidad de bacterias que de células. Esto ocurre porque las bacterias son ayudantes al servicio del organismo cuando se las necesita. Una infección por ejemplo, es parte de la llamada “fase de reparación” de la enfermedad, que es cuando el cerebro debe deshacer lo que hizo anteriormente para adaptar el organismo al sobrestress que mencionábamos. Es en este momento que aparecen los síntomas y es cuando vamos al médico. Este último, como desconoce el funcionamiento de la enfermedad, verá los focos infecciosos y culpará a virus y/o bacterias buscando erradicarlos, sin darse cuenta de que en realidad están haciendo su trabajo para que el organismo pueda volver cuanto antes a la normalidad que tenía antes del peak conflictual. Del mismo modo, los virus tienen un tropismo (afinidad) específico que no compatibiliza con cualquier célula, por lo que sólo son útiles allí donde pueden acoplarse, para que de este modo la célula o la bacteria que los reciba pueda usar su código de actualización (el ADN o ARN que porta el virus) y entonces pueda modificar su funcionamiento y adaptarse a los nuevos requerimientos del organismo. Los virus ayudan por ejemplo a la destrucción de tejidos y a fagocitar y eliminar bacterias y otras células que ya no sean necesarias.

La simbiosis habla de las asociaciones benéficas entre organismos
Cuando el conflicto que hemos creado tiene algún matiz o tonalidad nueva, no vista anteriormente es cuando aparece el virus (cuya creación y origen aún es un misterio, pero que presumiblemente son creados por seres vivos tras responder a un conflicto adaptativo para el cual su base de datos -llamada ADN- no tenía una respuesta, lo que justifica dicha creación) que como ya dijimos porta en su interior un trozo de código con la información necesaria para adaptar el organismo que lo recibe al funcionamiento biológico que requiere el nuevo conflicto. Por esta razón es que el virus sólo podrá actuar en organismos que tengan registro presente de dicho conflicto. De este modo es que en un grupo de personas experimentarán síntomas sólo aquellos que tienen el conflicto. El resto no. No importa si comen, beben, se besan, tienen sexo o hagan lo que hagan juntos. Sin la carga conflictual no hay desencadenamiento de la enfermedad. A menudo vemos que en una familia hay miembros que tienen una enfermedad supuestamente “contagiosa”, mientras que otros con los que conviven no la tienen. Estamos tan adormecidos que raramente cuestionamos esto con nuestra lógica más básica y elemental.

De aquí se desprende además que la teoría del contagio es errónea y no tiene sentido alguno, ya que el lugar del que se derivó (la teoría microbiana de la enfermedad, formulada a partir de Pasteur) no es más que un equívoco de percepción al tomar los virus y bacterias como atacantes y causantes de enfermedad. Que en la enfermedad haya presencia de virus y bacterias no implica que sean los causantes del cuadro sintomático respectivo. Este equívoco de percepción se ha mantenido en el tiempo porque la medicina académica -que es su propagadora- desconoce el funcionamiento de la enfermedad y únicamente ve sus manifestaciones sintomáticas, correspondientes a lo que como decodificadores sabemos que es sólo su segunda fase, llamada “fase de reparación”. Lo que el médico ignora es cómo se llegó hasta ese punto de manifestación biológica, y es esta ignorancia la que le hace interpretar todo de manera errónea. En consecuencia tanto la microbiología como la inmunología académica están construidas sobre bases completamente erróneas, ya que su perspectiva sobre la que interpreta los hechos es un equívoco de percepción, es una apariencia (“virus y bacterias son los causantes de la enfermedad”) pero no el fenómeno real. 

En conclusión, debido a que la enfermedad obedece a patrones matemáticamente precisos de funcionamiento basados en leyes (si se tiene el conflicto, hay enfermedad. Si no, no la hay. Es como el sistema binario: o hay un 0 o hay un 1. Sin intermedios) todo tipo de medida “anti contagio” (como el uso de mascarillas, protectores, alcohol, cuarentenas, etc.) carece de sentido y es un absurdo sólo sustentado por la ignorancia y el miedo que esta creencia provoca en el inconsciente colectivo, pero biológicamente no tiene ningún sustento, ya que la enfermedad responde a leyes de funcionamiento y no a la aleatoriedad ni a la casualidad. Más aun, resultan muy curiosas estas medidas cuando los virus y bacterias abundan por todos los sitios (incluido nuestro cuerpo), ya que son parte de lo que ayuda a la vida a mantenerse y adaptarse. Estas medidas tienen tan poco sentido como intentar protegerse del aire y es inaudito que se sigan sosteniendo ya que no resisten ninguna exploración lógica elemental.

LA RESONANCIA CONFLICTUAL

Y entonces, qué pasa cuando hay una epidemia o pandemia? Cuando muchas personas resuenan con un mismo tipo de conflicto, lo que por ejemplo ocurre cuando en algún sitio del planeta el inconsciente colectivo experimenta movimientos, sacudidas y roces que terminan generando conflictos compartidos, entonces mucha gente comienza a resonar y alinearse con una misma frecuencia y viviendo un mismo conflicto. Cuando viene la fase de reparación respectiva, entonces aparecen los síntomas y la inercia cultural comienza a hablar de “contagio”. En realidad lo que ocurre es que simplemente esas personas están resonando en una misma frecuencia con respecto a lo que los conflictúa. Esto es posible porque a nivel de inconsciente estamos “pegoteados” por lo que la transmisión de información es inmediata. Mientras menos grado de individuación tenemos activo, más fácil es que nos acoplemos y comencemos a vibrar en la misma frecuencia en que lo está haciendo la masa y entonces nos adosemos a su carga conflictual por inercia inclusive, facilitando que la reproduzcamos en nosotros mismos. Lo que ocurre es un fenómeno físico de resonancia y no una ruleta aleatoria de gérmenes ni de virus (estos ni siquiera están vivos, recordemos). Es por esta causa que cuando este panorama se presenta, iremos a buscar cuál es el conflicto común que experimentó el o los grupos humanos implicados justo antes de la fecha en que comenzaron con los síntomas.

Cuando los medios de alcance masivo difunden la alarma, el miedo hace el resto, y quienes están propensos a acoplarse a la frecuencia sostenida por los enfermos, comenzarán a hacerlo, basados en el miedo a la enfermedad, que lo que genera es justamente dicha enfermedad, ya que el cerebro soluciona el sobrestress constante de “miedo a la enfermedad/miedo al contagio” generándola, de este modo al enfrentarnos a lo que tememos es justamente como se resuelve la carga conflictual de temerle a algo que “me puede venir”. Este miedo es a menudo infinitamente más enfermante que la mismísima enfermedad, y es la principal causa de la propagación y mantenimiento de síntomas que en principio solamente son una respuesta concreta y precisa a un conflicto específico, y que duran un tiempo determinado y luego desaparecen tras haber cumplido su cometido.

En la práctica es finalmente el miedo el elemento más peligroso en un conflicto colectivo, ya que multiplica miles de veces la intensidad y la duración de dicho conflicto.

EJEMPLOS

Para la psique del niño la profesora también es una figura maternal
Un ejemplo a pequeña escala ocurre con la varicela, que puede responder a un conflicto de cambio repentino con tonalidad de separación con respecto a una figura maternal. A menudo es el caso de los niños pequeños cuando, por ejemplo, hay un cambio de profesora (la mencionada figura maternal) que ellos recepcionan mal y entonces generan un conflicto inconsciente que codificará en dicha enfermedad. El establishment hablará de “contagio”, lo que es erróneo. En realidad es una vivencia compartida por todos los niños que enfermaron. Y los que no están en el riel de esa vivencia no enfermarán aunque convivan a diario y lo compartan todo con sus compañeros.

Otro ejemplo muy mencionado de la resonancia conflictual es el aumento de casos de tuberculosis cuando finaliza una guerra. Al sellarse la paz se acaba el constante conflicto de miedo a la muerte que aparece al desarrollarse la guerra, y entonces es cuando comienzan a aparecer los síntomas y muchas personas serán diagnosticadas con tuberculosis. En decodificación sabemos que la tuberculosis responde a un conflicto vital de miedo a morir (o a la muerte de alguien querido), ya sea por guerra, asfixia, inanición, etcétera.

Las dos fases de la enfermedad (Fase de conflicto activo o simpaticotónica y Fase de reparación o vagotónica). Click para agrandar.
Cuando una nueva información hace su aparición en el inconsciente colectivo, o cuando alguien ingresa en una “zona” de dicho inconsciente que funciona de otra manera (por ejemplo, al viajar a un país o cultura diferente, o tras el arribo de otra cultura distinta al propio territorio), entonces entra en contacto con información que no necesariamente maneja y a la cual todo su sistema biológico deberá adaptarse. Si genera conflictos en este proceso de adaptación, entonces es cuando podrá enfermar, mientras que si no es el caso no enfermará aunque todos a su alrededor lo estén. La palabra clave de la enfermedad es ADAPTACIÓN. Nada más ni nada menos.

Llegados a este punto es preciso observar que todavía pocas personas cuestionan lo que no entra en los condicionamientos culturales, académicos y sociales y son capaces de mirar más allá del ejército gregario e irreflexivo que al día de hoy está intentando reemplazar automáticamente con la ciencia el lugar vacante que dejó la religión a modo de parámetro de autoridad paternalista con la supuesta potestad de determinar qué es verdad y qué no para todos los demás. Y al hacerlo ponen su poder creador al servicio de la realidad que otros crean, respondiendo ciegamente a sus vaivenes. Después de todo, qué más podría hacer una persona que se cree sin poder alguno y sólo sigue a los rebaños, sin importar si estos van directo al risco? Quienes han sido capaces de traspasar la capa de las apariencias y equívocos seguramente notarán que el paradigma actual de salud y enfermedad sólo se sostiene por el miedo a la enfermedad que todavía paraliza a muchos, ya que lo que en dicho paradigma se pregona en forma de “verdades comprobadas científicamente” en realidad no resiste un análisis basado en la lógica más primaria y esencial.

Finalmente, cuando se alcance una masa crítica que busque activamente las respuestas que aún no encuentra, muchas puertas se abrirán y el giro copernicano que está ad portas de la comprensión de la salud y de la enfermedad estará, cuando menos, un paso más cerca.


viernes, 13 de marzo de 2020

Virus, miedos y evolución colectiva

El traspaso a un nuevo paradigma de la salud implica un paso importante en la maduración individual y luego colectiva. Implica dejar de alimentar el personaje de la víctima en el que hemos estado atascados, que es el que cree que "Esto me pasa para mi fatalidad", "La enfermedad me viene de afuera", "Es algo desconocido y terrible ante lo que no puedo hacer nada porque no tiene nada que ver conmigo", implica dejar de lado esta vibración energética y en cambio comenzar a recordar que gestiono un rico campo de información y energía, que llamamos "mundo interno", en el que se mueven mis pensamientos, creencias, emociones, patrones de conducta, programas adquiridos, actos, etcétera y que soy el administrador y cocreador de todo eso, con capacidad de editar o modificar lo que crea adecuado cuando lo crea adecuado, y también de pedir ayuda para hacerlo cuando me sienta en dificultades.

Esto en la palabra es sencillo pero para que lo sea también en la práctica implica un compromiso constante con la madurez de lo que la vida nos indique que necesitamos madurar. Implica dejar de ser colonizados por las creaciones colectivas de miedo, paranoia, y falta absoluta de poder y de reflexión consciente. Implica ir reconociendo los lugares desde dónde nos estamos moviendo. Implica ir procesando los miedos que en todo campo de información pueden existir, incluido el miedo a la enfermedad (que justamente a lo que ayuda es a generar enfermedad, de este modo lo superamos y así es como el cerebro baja el sobrestress: generando lo que tememos, así se convierte en una experiencia y no en un temor constante). Implica reconocernos como los principales gestores del poder sobre nuestra salud, y dejar de regalarlo a entidades, academias, autoridades, pánicos colectivos, ideologías, medios de comunicación, industrias de la salud, y a quien sea (incluido al que escribe ;) ). En lugar de eso podemos utilizarlo para indagarnos en nuestras profundidades e indagar en las profundidades de lo que ocurre tras las apariencias, invertirlo en darle la vuelta a nuestro miedo a la enfermedad, a lo desconocido entrando justamente allí y ver que realmente ese miedo puede ocultar verdaderos tesoros para nuestros procesos de vida. Pero para averiguarlo hay que atreverse y poner toda la carne en la parrilla, sin tibieza. No sirve ser espectador pasivo y consumidor de las verdades prefabricadas que se ofrecen. En algún momento hay que pasar a la acción y encarnar esa búsqueda y no sólo imaginarla. Cada uno a su manera y como resuene, pero llevarlo al acto, a la experiencia. Invertir energía, tiempo y recursos en ella. Es mucha la cantidad de personas que simplemente se acoplan a la creación de realidades colectivas que no les agradan ni favorecen solamente porque no se han decidido a emprender dicha búsqueda y se han quedado en la falsa comodidad de lo establecido, mientras su alma se queda sedienta, pues las fotocopias o clones no le valen, sólo lo auténtico que ya tiene para ofrecer y que dicha falsa comodidad acalla y anestesia. Desde esa autenticidad es de donde vibra para contribuir a nuestros procesos colectivos como humanidad.

Todo tiene un precio, y no siempre es en dinero; también implica compromiso, constancia, dedicación, voluntad y persistencia, y sin estos ingredientes al servicio de un viaje interno (que nadie puede hacer por nosotros) seguiremos estancados alimentando realidades que definitivamente no nos favorecen si ya nos decidimos a convertir los miedos en un material evolutivo que nos lleve a una nueva etapa. De otro modo, quienes elijan -conscientemente o no- vibrar en la frecuencia de los miedos colectivos seguirán experimentando sus sombras a través del pánico, la paranoia, el terror y el conflicto global que el personaje de víctima alimenta y necesita para seguir perpetuándose y de este modo hacerse visible, hasta que, en algún posible momento, cada persona decida verlo, escucharlo, tomarlo de la mano e integrarlo conscientemente a su experiencia de vida, pagando el precio interno que ello pide. Y este es un primer paso para la transición a un nuevo paradigma de la salud.