La fase Cáncer de la rueda zodiacal hace referencia al momento en que se forma una capa protectora que contiene, nutre y aísla del exterior al proceso o forma de vida que esté cobijando, para que esta pueda crecer y desarrollarse de forma segura hasta que vaya tomando su forma más desarrollada hasta que luego pueda individuarse y constituirse en un centro creador e irradiante al pasar a la siguiente fase, que es la de Leo, y que representa un momento de individuación (“Yo soy un centro desde del cual irradia la vida”).
La energía canceriana tiende entonces a contener, a proteger y a formar una capa protectora que aísle lo suficiente de los posibles embates del exterior para que aquello que protege pueda crecer tranquilo, contenido y alimentado emocionalmente con todo lo que necesita para su seguridad y desarrollo. Se trata de una energía de agua, por lo que su dominio innato en el ámbito de lo humano es el mundo de la emoción y del afecto, y es desde allí que se posiciona para decodificar su entorno y vincularse con él. Va por ahí buscando sentir siempre que está dentro de cierta burbuja que le proporcione un ambiente seguro emocionalmente, donde pueda surgir la intimidad y la certeza de que el crecimiento es posible. Y es también desde allí donde puede nutrir o alimentar a otros. Así como Capricornio es un constructor que busca plasmar algo en la materia de forma perdurable, Cáncer es un protector que busca proporcionar un entorno afectivo y material seguro y propicio para que la vida pueda crecer y desarrollarse en su seno, teniendo siempre todo lo necesario a mano.
Ahora bien, cómo se refleja esto en el caso de nosotros, seres humanos? Porque una cosa es la energía de este campo zodiacal y su rol específico dentro de cada proceso de vida, y otra distinta es cómo la hemos vivido y encarnado nosotros con nuestra humanidad cargada de condicionamientos y moldes culturales. Una energía zodiacal no está exenta de ser vivenciada por nosotros a través de todos estos filtros (o bloqueos!) que surgen desde lo cultural propio de cada rincón del planeta, y Cáncer no es la excepción. En el estado evolutivo actual en que como colectivo humano estamos, lo canceriano no está ajeno a una serie de problemáticas que pueden constituir un tope u obstáculo para el sano desarrollo de todos los otros aspectos y energías presentes en la carta natal de cada persona. Para empezar, ya que esta energía zodiacal tiende a contener y formar una burbuja de protección, hemos vivido lo canceriano como una fuente de apego emocional y afectivo (cuya figura clásica es la familia tradicional, donde hay lealtades y reglas tácitas) y que, de pretender eternizar este ambiente de seguridad emocional, coarta o limita toda posibilidad de crecimiento y de madurez a quienes esté cobijando, puesto que a una cierta edad de desarrollo ya necesitan salir al mundo que es externo a su "bunker" protegido e íntimo, conocer la vida de fuera y los vínculos de todo tipo, equivocarse y cometer sus propios errores y así llegar a sintetizar sus propios aprendizajes de cómo es esa vida, cosa que es del todo difícil cuando la persona se ha puesto en manos de alguna figura maternal o paternal que al estilo canceriano le dice que “Todo estará bien si estás siempre aquí, junto a mí, en tu rincón seguro a salvo de las durezas y rudezas del mundo”. Por lo tanto, para la persona con fuerte presencia de Cáncer en su carta natal, aceptar que los hijos, los amigos y los seres queridos tienen que crecer, madurar y tomar su propio camino, lejos del suyo, constituye un desafío que necesitará transitar. Cuando no lo logra, tenderá a vivir anclado en la nostalgia, recordando los tiempos aquellos donde todos convivían bajo el mismo techo en el mismo hogar y –en su visión- eran felices así, deseando en el fondo que esta imagen nostálgica se prolongase por siempre.
El excesivo apego y la dependencia emocional entonces requerirán del canceriano/a un buen manejo de sus emociones, capaz de entender que el amor y el cuidado son un regalo que se ofrece a los hijos de la vida, y que no tiene sentido cobrarlo o esperar que venga de vuelta tal como él lo quisiera. Cáncer necesita recordar que el amor (maternal, paternal, de pareja, fraternal, etc…) no está sujeto a condiciones, por lo que si espera y cree tácitamente que “el otro DEBERÁ estar allí para mí sólo porque yo estuve allí para él” (incluso cuando no me lo pidió), entonces en ese mismo instante ha abierto la puerta a la decepción, ya que cada persona tiene su propia vida, y tarde o temprano deberá seguirla. Debe renunciar a la pretensión de dirigir el mundo emocional del otro según su propia conveniencia.
Debido a sus tendencias protectoras que encierran o aíslan temporalmente a cada forma de vida para que esta crezca, Cáncer tiende a forjar separaciones rígidas en su mente, en las que de un lado está su círculo íntimo, o sea aquellas personas en las que puede confiar que no pondrán en riesgo su seguridad emocional, y del otro lado están todos los demás. De aquí que tienda a encerrarse en una fortaleza emotiva que excluye a quien está fuera únicamente por estar fuera (“el mundo es peligroso”). La vida se encargará de mostrarle que el afecto va más allá de sus barreras, ya que su seguridad emocional depende básicamente de su capacidad de dejar de reclamar asistencia a su entorno y de profundizar en el gran potencial de autosostén emocional que está a la base de su desarrollo. Si el canceriano/a es capaz de pasar del excesivo apego a dicho autosostén emocional, entonces es bastante lo que ha aprendido.
En definitiva, Cáncer nos incita a lograr la maestría en forjarnos una sólida base emocional, capaz de nutrir, proteger y cuidar la vida para que ella florezca bajo nuestros cuidados en todas sus formas, pero sin olvidar jamás que la vida tiene su propio curso y que un día necesitará dejarnos atrás y salir a terreno abierto. Y cuando llegue ese momento debe evitar sentirlo como una traición (“Yo que te cuidé y te di lo mejor, así me pagas, yéndote y dejándome solo/a?”). Mejor alegrarse por las puertas que se abren y sonreír confiados. Si eso ocurre, será el día en que el canceriano sea capaz de sostenerse emocionalmente, y que entonces no desea volver dependientes a los otros para que lo sustenten, sino que se mantiene en su gran capacidad de gestión emocional feliz de que la vida expanda las fronteras de su mundo afectivo.