miércoles, 25 de diciembre de 2019

La carta natal como proyecto de alma

La creatividad en sus infinitas formas es innata en nosotros/as.
La carta astral contiene un código evolutivo de procesos, donde cada energía zodiacal (Aries, Tauro, Géminis, etc.) representa un momento característico de ese proceso. Por ejemplo, Aries es un momento de impulso, de inicios, mientras Piscis corresponde a un momento de disolución y de pérdida de forma. Ningún momento es mejor o peor que otro. Todos son necesarios y complementarios para que dicho movimiento y sus dinámicas se lleven a cabo. La carta, por más que nosotros la veamos en un papel o en una pantalla, al igual que la vida es dinámica, no es estática. Entre los procesos evolutivos mencionados, se encuentra nuestra encarnación en la materia aquí en la Tierra, ya que nuestra vida también está sujeta a leyes del movimiento. Si bien parece ser que nuestra alma ya lo tiene todo y no necesita nada, acá venimos a experimentar diferentes cosas y a aprender a manejar las energías implicadas en la creación, pues la fuente (Dios, el absoluto, el Uno…llámele cada uno como quiera) ES creación…y de tal palo, tal astilla 😊.

Aprendemos a crear bajo ciertas leyes conociéndolas y aprendiendo a manejar energías creadoras, tales como la emoción, el pensamiento, la atención, la perspectiva, etc. Es por esto que a menudo se dice que lo que vivimos es nuestra creación. Esto no hay que tomarlo en un sentido egocéntrico (“La realidad no existiría sin mi”) sino más bien en uno que posibilita variados potenciales de acción y de movimiento ante la creación colectiva de la que formamos parte. Es en este contexto en donde leemos una carta natal como un proyecto de vida de un alma y en donde se muestra la configuración psíquica, energética y evolutiva que le es funcional a ese proyecto. Por esta razón es que no hay cartas buenas ni cartas malas. Cada quien tiene la adecuada y perfecta para el proyecto que su alma tomó en este momento. Allí no hay azar, no es que nos “haya tocado” tal o cual carta. El alma sabe perfectamente lo que emprende, y si se involucró en cierto movimiento de aprendizaje creador es por y para algo. 

Cuando empezamos a reconocer ese proyecto de vida es cuando leemos mejor las energías de cada momento: tal vez hay momentos de vida en donde lo más adecuado es entrar en muchos vínculos, mientras en otros la vida fluya mejor en soledad; en algunos será necesario profundizar en pocas cosas, y tal vez en otros diversificarse y explorar múltiples posibilidades. Hay momentos donde todo fluye mejor dejando de planificar y viviendo el día a día improvisadamente. En otros, debemos ser hábiles arquitectos y organizadores de lo que vamos hilando. Hay instantes donde lo adecuado es fijar un objetivo y sostenerlo a toda costa, mientras en otros se nos diluyen las formas y se nos caen todas las certezas. Hay tiempos para construir y otros para demoler. Las posibilidades son infinitas, y las configuraciones propias de cada uno también. No hay dos cartas iguales sencillamente porque no hay dos personas iguales (y no, ni los gemelos son iguales). 

Si bien no es necesario entrar en crisis para ello, a menudo ocurre que cuando estamos en búsqueda del sentido de nuestros pasos o cuando sentimos que ya no hay ninguno y perdemos todo rumbo en la vida, entonces es ahí cuando se nos vuelve más urgente la necesidad de reconectar o recordar el proyecto de vida que estamos ejecutando, y en no pocos casos tomar conciencia profunda de este proyecto y ver con toda claridad y evidencia cómo todas las piezas -no importa cuáles hayan sido- caben en su lugar es lo que nos devuelve la claridad y el entusiasmo por seguir adelante en la nueva etapa que se plantea en el momento presente. Y cuando el alma va recuperando su presencia a la vez va retornando la alegría y, sobre todo, la paz. Y eso no es poca cosa, ya que cuando sentimos que lo que estamos SIENDO y lo que hacemos desde ese SER contribuye a un bien mayor, cuando aporta a un orden más grande que yo y que tú y que nos abarca a ambos, entonces es cuando nos habita la paz y una dicha profunda y duradera comienza a manifestarse en nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario