viernes, 17 de agosto de 2018

¿Aries es agresivo, Capricornio materialista y Leo egocéntrico?

¿¿Qué??
¿Cómo dice?
Dentro del imaginario popular relacionado con la astrología, es común que tarde o temprano muchos/as escuchemos frases como estas: “Ah, es que Cáncer es manipulador”, “Libra es indeciso”, “Cuidado con Escorpio, son vengativos”. O más aun, cosas del tipo “Las de Piscis viven en las nubes” o “A los/as de Capricornio básicamente les importa el dinero”… como si existiese tal cosa como “Los de Capricornio” o “Las de piscis”.

Este tipo de información abunda a mares en internet y es la que básicamente hace referencia a un abuso de los arquetipos asociados al campo energético que llamamos Signo Astrológico (Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, etc.) al punto de llegar a confundirlo con la totalidad, confundiendo a la vez el saber y las herramientas astrológicas con la mera referencia a estas imágenes: tomar la parte por el todo. Y de paso meter a toda la humanidad en doce bolsas en donde una se llamaría Aries, otra Tauro, la siguiente Géminis y así sucesivamente. 

Hemos de tener muy en claro que lo que configura el proyecto de vida de la persona y lo que nos da información de sus tendencias psíquicas primarias, emocionales, constitución energética y física, aprendizajes/desafíos de vida, etcétera es la Carta Astral y como tal, está compuesta por TODOS los signos y TODAS las energías planetarias asociadas a cada signo, además de todos los otros elementos que la componen (casas, aspectos, tránsitos, etc.) es una totalidad donde cada cosa tiene su lugar y que apunta a la integración, mas allá de aparentes polarizaciones. El universo tarde o temprano nos invita a integrar lo que creemos ver fuera y distante de nosotros. El camino sugerido por la astrología es un camino de integración, de comprender que eso que vemos “fuera” también esta “dentro” y tiene que ver con quien lo observa, es decir, con nosotros/as. Esta es una observación fundamental a la hora de trabajar con nuestra carta astral o al estudiar astrología. El universo siembra semillas de totalidad en cada una de sus partes.

El círculo simboliza la totalidad.
Así es que quizás  no son tan buenas noticias para quien acostumbra decir “Me disgustan los de Virgo/Sagitario/Acuario por tal o cual cosa” porque ¡Oh, sorpresa!: esa energía también es parte del campo energético de potenciales reflejado en mi propia carta. Allí también tengo la energía de Virgo/Sagitario/Acuario en algún sitio. En realidad expresando ese disgusto sólo estoy diciendo que hasta ahora no he visto esa energía operando en mí –y por lo tanto no la reconozco en mi interior- y en consecuencia, la proyecto fuera y se la adjudico únicamente a otras personas o situaciones, que son quienes cumplen el rol de mostrármela en el contexto de mi propia vida. En algún momento la vida nos invitará a preguntarnos “Y si eso que no me gusta y veo en otros, lo tuviese también yo sin darme cuenta?”. Esta pregunta es un portal de entrada a una perspectiva enriquecida e integradora de experiencias, que es justamente a lo que las herramientas astrológicas invitan.

En este punto conviene hacer dos precisiones: la primera es que no hay tal cosa como personas Aries, Tauro o Géminis, simplemente porque nadie refleja sólo una parcialidad del campo energético total mostrado en su carta. Cuando alguien dice “Yo soy Tauro”, simplemente está afirmando que nació cuando el sol estaba en el campo energético correspondiente a Tauro. Nada más. Y el panorama energético reflejado en la carta astral asociada a esa persona está compuesto de doce signos (de los cuales uno es Tauro), doce planetas (de los cuales uno es el Sol), aspectos entre planetas, nodos lunares, etcétera. Es decir, el sol en Tauro es simplemente un componente -prominente, sí, pero sólo uno- del esquema completo reflejado en una carta y de ningún modo basta para pretender elaborar un perfil astrológico de una persona o situación. Trabajamos con la carta astral de cada persona, y no sólo con su sol.

Un signo astrológico representa un campo energético
(arquetípico) asociado a una energía planetaria.

La segunda tiene que ver con lo que mencioné en el título: ¿Aries es agresivo, Capricornio un materialista y Leo egocéntrico?. Ya vimos que no existen personas Aries, Leo o Capricornio pero… ¿y qué pasa con la energía asociada a cada signo? Si tengo sol el Leo -es decir, nací en segunda mitad de agosto o primera de septiembre- entonces ¿el egocentrismo o la autoreferencia son cualidades inherentes a esta energía zodiacal, tal como suele indicarse en muchos textos? Como mencionaba antes, un signo zodiacal es un campo energético que junto a cada uno de los demás configura un panorama completo retratado en la carta astral y sus procesos. Para comprender la energía asociada a los arquetipos de un signo, es preciso conectar con lo que llamaríamos la base o el “tronco” del árbol, es decir, la esencia básica de dicha energía, desde donde las “ramas” vendrían a ser sus potenciales manifestaciones. Desde nuestro punto de vista, una energía zodiacal (que nunca está aislada de las otras, por cierto) funciona o se manifiesta en diferentes niveles y a través de diferentes posibilidades, algunas de las cuales captamos y asociamos a ese signo, y las más habituales conocidas por nosotros en nuestro estado de conciencia actual suelen ser las que encontramos repetidas en muchos textos o manuales de astrología. Sin embargo, se nos escapa el notar que estas energías se expresan también a través de nosotros, de nuestras personalidades, psiquismo, automatismos, etc. y que todo esto condicionará lo que veamos allí. Más aún, nuestra percepción estará teñida, en mayor o menor grado, de nuestras proyecciones y esquemas psíquicos. De aquí que quienes nos dedicamos a la astrología (y los terapeutas en general) debemos estar muy atentos al “desde dónde” estamos percibiendo y gestionando la información.


Entonces, retomando la pregunta anterior, si tengo mi sol en Leo, ¿el egocentrismo empedernido y autoreferente forman parte de dicha energía zodiacal? O si está en Aries, ¿será la agresividad una característica de ese signo? La respuesta a cuestiones como estas o similares se nos aclara cuando vamos a la energía base, o esencial del signo zodiacal: Leo corresponde a una cualidad irradiadora, dadora de vitalidad y calidez, tal como un sol que deslumbra con sus rayos en todas direcciones. Expresión de vida y de la individuación de la forma. Constituye un patrón radial en donde dicha energía irradia desde un centro hacia lo que podemos llamar periferia. Pero esto es una cualidad esencial, general. No implica un egocentrismo galopante asociado. Otra cosa es cuando esta energía es gestionada e irradiada por la persona desde un lugar de “pequeños yoes” (el clásico “ego”) en los que busca colocarse al centro para cubrir supuestas carencias, darse importancia ante otros/as o buscar ser visto o adulado por aquellos. Hay que distinguir la energía de las formas en que la estemos expresando. Son dos cosas diferentes. Es decir, que como humanidad gestionemos la energía de Leo como una suerte de egocentrismo en que me coloco al centro a expensas de otros, no implica ni es equivalente a decir que Leo es un signo zodiacal que trae aparejada en su esencia una presunción y un egocentrismo sin control. Esto es lo que hay que aclarar, ya que se suele confundir tomando una cosa por la otra.

Algo similar ocurre con el otro ejemplo: ¿Aries agresivo? En su esencia, el ariano es un ámbito iniciador de movimientos, de ciclos, de procesos. Es una energía potente y ágil para estos fines. Es la energía del impulso, del estallido y del encendido que da comienzo a algo. De allí que tenga esta cualidad de potencia asociada. Pero de este tronco no surge necesariamente la agresividad como rama, por lo tanto no es una cualidad implícita e inseparable de esta energía. Puede tomar forma a través de la agresividad si es que como humanidad en general e individuos en particular la gestionamos de ese modo. Una forma de expresarse es un potencial posible, pero no debe ser confundida con el campo energético que la genera. 

De este modo, conviene notar que cuando una energía es tomada por algún “pequeño yo” (“ego”) de los muchos que tenemos y persistimos en vivirla fundamentalmente desde allí, entonces podemos ir perdiendo contacto con el proyecto original del alma reflejado en la carta astral, en el que la liberación oportuna de estas energías de las limitaciones inherentes a estos “yoes” serán de gran utilidad en la expresión profunda de los potenciales que esa alma vino a desarrollar/expresar en esta experiencia de vida.

Si queremos adentrarnos en la comprensión del mandala zodiacal con las energías que lo constituyen y sus simbolismos que trabajan en múltiples niveles, es preciso dirigirnos a la esencia de cada energía, aquella que se halla implícita en cada forma en que se manifiesta. Un signo astrológico funciona en múltiples dimensiones y para conectar con él con fluidez, conviene ejercitar nuestra mirada para captar qué es lo que se muestra detrás de las formas y de las manifestaciones de lo múltiple. De esta manera estaremos más cerca de comprender su función, que junto a la de las otras energías zodiacales configura un esquema matemático de procesos asociados al gran panorama de las cosas, al “todo” del que somos una maravillosa manifestación, igualmente completa y holográfica.


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