jueves, 12 de abril de 2018

Leer una Carta astral



Los detalles tienen sentido cuando se observan desde la totalidad
Ante la proliferación de información astrológica de toda índole en internet, y antes las preguntas de algunas personas, a continuación quiero aprovechar de comentar brevemente el punto de partida que considero más adecuado a la hora de leer una carta astral.

Como ya he mencionado con anterioridad, en la carta vemos reflejado nuestro proyecto de vida con todos sus potenciales. Esto incluye aprendizajes que el alma desea revisar, “retos” derivados de estas circunstancias, algo de nuestra configuración energética, psíquica y emocional, aquello que nos puede parecer una dificultad o que nos dé miedo integrar, también aquello en lo que seguramente fluimos con docilidad, algunos puntos críticos o momentos de cambio en nuestras trayectorias vitales, y un largo etcétera.

De lo anterior considero que es de total relevancia que el astrólogo sea capaz de hacer una síntesis coherente de este proyecto de vida que integre sus diferentes elementos (posiciones planetarias, signos, casas, aspectos, tránsitos, etc.) en pos de ir a lo esencial del proyecto para recién desde allí ir fluyendo hacia los detalles y diferentes facetas con las que nos podemos encontrar, cosa que requerimos hacer siempre en contacto activo con la persona a quien leemos la carta y no de forma teórica/adivinatoria/especulativa, ya que podemos estar viendo algo que no está realmente allí y/o que no tiene nada que ver con los caminos de vida que esa persona está transitando ni con su proyecto. De otra forma estaríamos prestándonos a una especulación gratuita que no podemos confirmar ni desmentir, y no a una lectura de carta (que es lo que yo, al menos, ofrezco). Una cosa que, por muy elemental que parezca parece que se olvida con frecuencia, es que toda intuición, observación o proposición astrológica requiere ser contrastada con la experiencia, y para eso es necesario no olvidar que estamos leyéndole la carta a alguien (y no estamos simplemente leyendo una carta, en abstracto). Y ese alguien tiene una trayectoria de vida, con experiencias y hechos concretos, un mundo interno, modo de actuar y una presencia energética, todos estos elementos que nos ayudan a verificar o descartar nuestras afirmaciones astrológicas.
 
De aquí que desmenuzar una carta en pedacitos sin haber antes hecho una síntesis coherente del proyecto que ella contiene, a mi criterio no tiene mucho de lectura astrológica. Una cosa es focalizarnos en los detalles (sean estos planetas de gran influencia, casas llenas, aspectos que “destaquen”, etc.) teniendo siempre en cuenta con toda claridad el contexto del cual forman parte y otra muy distinta es pretender que sumando trocito con trocito estaremos leyendo una carta. Ocurre así que mucha de la información que abunda en internet suele generar confusión a quienes, interesándose por la astrología, aún estén en camino de desarrollar un criterio propio basado en la experiencia (de leer cartas, idealmente supervisados por alguien honesto y con experiencia integrada cuando somos estudiantes y, sobre todo, de estudiar y profundizar en la propia carta como herramienta de consulta en nuestro propio camino evolutivo. Así vamos viviendo a través de la experiencia misma y en primera persona qué es y qué no es una carta).

En el ámbito astrológico suele ser bastante sencillo conjeturar con todo tipo de cosas, y hacer que suenen “creíbles” para quien es un lector pasivo (y muchos pudimos haber iniciado de esa manera) pero creo no hay que olvidar que la teoría puede estar genial, pero es aún más genial cuando sirve para algo y es corroborada por la experiencia, y si hay algo que creo es fundamental en una visita al astrólogo es justamente que éste nos recuerde de ir a lo esencial de nuestro proyecto (carta) y a centrarnos desde ahí, desde la esencia en la que vibramos y que a veces tendemos a olvidar.
 
La astrología es finalmente –tal y como la vida- un camino destinado a ser transitado y experimentado, desde lo “concreto” hasta lo más “etéreo” en que nos veamos implicados, y esta experiencia es la que nos servirá de guía para navegar en los matices y facetas y distinguir entre ellas cuáles tienen sentido y resuenan en lo profundo de nosotros. La teoría puede equivocarse. La experiencia no.

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