sábado, 21 de abril de 2018

Comprendiendo la enfermedad

En una sociedad como la nuestra es muy común que el paradigma de enfermedad que hemos asimilado por simple permeabilización hacia lo que nos transmitieron nuestros padres, la familia, dicha sociedad o la cultura en que vivimos, se base completamente en el miedo. Miedo a la enfermedad, que en el fondo es miedo a lo desconocido, a lo que aún no se comprende. Cuando algo se comprende y asimila, deja de haber ese miedo desde el que las más increíbles distorsiones de lo que acontece se despliegan. De aquí se deduce que aún estamos inundados por una no-comprensión de la enfermedad, en la que ésta pareciese venir “de fuera” (como si hubiese un “fuera” absolutamente independiente de nuestra percepción). Donde se la considera como algo que uno se “agarró por ahí”, o “le tocó”, ya que “es el invierno”, o “fue un contagio”. En fin: como algo que a uno “le sucede”, y que aparentemente no tiene nada que ver con nosotros a nivel de nuestro psiquismo y emocionalidad con la que funcionamos y percibimos. 

No es extraño entonces que desde esta percepción fragmentada y distorsionada por una mirada empapada de miedo, se vean enemigos por todos lados o se recurra a toda clase de supuestos responsables de nuestros síntomas y problemas. Sin embargo, detrás de todo este panorama hay una creencia en particular que suele estar bastante enquistada y que es aquella que dice que la enfermedad es una “falla” o un “mal funcionamiento” biológico… como si la biología, luego de miles y miles de años cometiera “errores” (que nuestro supuesto conocimiento académico vendría a “corregir”). 


En decodificación biológica no hablamos de falla o malfuncionamiento. Hablamos de adaptación. Partimos desde un lugar muy distinto, en donde no hay errores ni atacantes, sino simplemente respuestas adaptativas de supervivencia, que nuestro organismo despliega en clave biológica (el síntoma) ante cierta entrada de datos de tipo conflictivo (sobrestress) que no pudo ser gestionada de manera consciente por nosotros, y que tuvo entonces que ser atendida por nuestro soporte biológico, ya que su prioridad es nuestra supervivencia instante a instante. Dicho “en simple”: partimos de considerar la enfermedad como una respuesta adaptativa de supervivencia, desencadenada por nuestro cerebro automático ante un sobrestress que por el motivo que sea no pudimos/supimos gestionar y que rebasó los límites de tolerancia que él maneja como adecuados para la supervivencia en ese momento. Una entrada de datos inusual que, de mantenerse podría volverse desequilibrante y amenazante para nuestro funcionamiento y que el cerebro entonces se ve obligado a atender, adaptándonos biológicamente allí en donde se requiera y de forma tal que este requerimiento pueda ser gestionado por el tiempo que sea necesario. 



De aquí se siguen muchísimas implicancias que muestran por qué esta perspectiva es realmente un paradigma diferente. Veamos algunas de ellas:

Cambio de paradigmas
Para empezar, esto destierra nuestro ideario de que en la vida somos “víctimas de lo que pasa”, como si eso que ocurre fuese completamente ajeno a nosotros. Al ser la enfermedad una respuesta de adaptación, necesariamente tengo que preguntarme: “¿adaptación a qué? , ¿Qué es eso que “se me pasó” o que no estoy manejando conscientemente para que mi biología haya tomado el mando como último recurso?”. Esto ya empieza a situar la responsabilidad de lo acontecido donde se requiere que esté: en nosotros mismos, ya que nuestra vida la creamos nosotros, a través de nuestros proyectos de vida -que es lo que reviso con ayuda de la carta astral-, nuestras emociones, creencias, y pensamientos (conscientes y, sobre todo, inconscientes). En resumen: las vivencias son propias de cada uno/a. Son nuestra responsabilidad.

Segundo y muy importante, es notar que si estamos enfermos es porque algo no estamos gestionando de manera consciente y coherente, como para que nuestro cerebro automático haya tenido que intervenir. De aquí es directo observar que el/los shock(s) emocional(es) conflictual(es) con el que se ha desencadenado el proceso que llamamos enfermedad tenemos que ir a buscarlo(s) al inconsciente, hacia donde una de las puertas de entrada más directas es la emoción, lo que se siente y dónde se siente. Naturalmente me refiero a la emoción visceral profunda, por debajo de las emociones más superficiales (que suelen venir condicionadas por lo sociocultural y “políticamente correcto”. En consulta indagamos en lo que hay más allá de estas). El origen de la enfermedad hay que ir a buscarlo al inconsciente, allí donde no hay bueno ni malo pues no hay dualidad, sólo se atienden requerimientos y se producen respuestas a ellos. 

Tercero y fundamental, es tomar conciencia de que en el fondo la enfermedad siempre nos muestra un aprendizaje “oculto” que es preciso integrar y traer a la conciencia de manera coherente (es decir, donde pensamiento, emoción y acto vayan en la misma dirección y no cada uno por su lado). A fin de cuentas podemos pensar en la enfermedad como en un aprendizaje que pide nuestra atención y que trae implícito un mensaje de conciencia para nosotros: es como si nos indicara que en algún aspecto de nuestra vida algo se nos desbordó, y la lección que encierra esa situación ahora es preciso rescatarla desde el inconsciente y aprenderla pero impulsados ahora por el modo generalmente desagradable del síntoma. Sólo de esta manera podemos sacar auténtico provecho de esta experiencia y podremos decir que nos hemos apropiado del “para qué” de la enfermedad, liberando de este modo a nuestro cuerpo de escenificarnos ese conflicto en clave biológica. A fin de cuentas, la enfermedad es siempre un mensajero de conciencia, que nosotros mismos/as hemos creado inadvertidamente. 

Incluso estos pocos puntos principales ya muestran que el paradigma en que podemos comenzar a comprender lo que hay tras el proceso que llamamos enfermedad dista mucho de todo el acervo de conocimiento que parte desde la filosofía del miedo presente en el inconsciente colectivo en sociedades como la nuestra y usualmente reflejado aún por estructuras académicas y culturales en gran parte desactualizadas a los tiempos que corren, tiempos en los que el asumir la responsabilidad por nuestras creaciones vivenciales parece ser el camino óptimo que la vida nos invita a seguir, momento a momento.

jueves, 19 de abril de 2018

Preguntas Frecuentes Decodificación Biológica

Hola! A continuación algunas preguntas frecuentes acerca de la sesión de Decodificación biológica: qué es, desde dónde parte, qué se busca en ella, en qué consiste y en qué no, etc.
 

1-¿Qué es la Decodificación biológica?

La decodificación biológica estudia el origen emocional de la enfermedad, entendiendo a ésta como una respuesta adaptativa de supervivencia ante un sobre-estrés (impacto emocional) inusual, inesperado, vivido como dramático o conflictivo, que desencadena una respuesta biológica en el cuerpo, bajo las órdenes de nuestro cerebro automático. Esta respuesta biológica será la que consistirá en modificaciones adaptativas en determinados órganos o tejidos, que luego percibiremos como síntomas y es lo que habitualmente conocemos como “enfermedad”.

En la sesión, se recibe a un consultante que viene con un diagnóstico médico para su enfermedad, y a partir de éste vamos en busca del origen emocional conflictivo que la ha desencadenado, mostrándole entonces a la persona cómo es que armó la enfermedad, para que así pueda desencadenar un proceso -mediante un plan de acción a seguir en cada caso- que culmine con una toma de conciencia profunda de esta información. Al pasar aquella información al manejo consciente y solucionar dicho origen emocional conflictivo integrando los aprendizajes y posibles reenfoques de perspectiva que esa situación requiera, el síntoma biológico deja de tener un propósito y un sentido, y por lo tanto, el cerebro automático ya puede desactivar la enfermedad. Toda enfermedad tiene un “por qué” y un “para qué”. Esto es lo primero que buscamos en consulta.


2-¿A quiénes va dirigida esta terapia?
A toda persona que tenga alguna enfermedad (debidamente diagnosticada por un médico) o algún comportamiento limitante/conflictivo y que desee considerar este enfoque.

 
3-¿Es la Decodificación biológica una terapia complementaria o reemplaza a la medicina convencional?¿me recetarán algún medicamento?

La decodificación biológica es una terapia complementaria a la medicina convencional o a otro tipo de tratamiento médico que el consultante esté realizando. Por lo tanto, no sustituye el tratamiento médico, sino que lo complementa, buscando las respuestas que el mundo médico convencional suele eludir, al estar centrado básicamente en el tratamiento de síntomas. Por lo tanto, no es función del decodificador el prescribir medicamentos, ordenar un tratamiento o internar/dar de alta a un consultante.


4-¿Se parece a la psicoterapia, entonces? ¿Cuál es la diferencia?
La decodificación biológica toma en cuenta no sólo la parte psicológica y emocional de cada persona, sino también la parte biológica (de ahí su nombre), lo que permite ir de manera bastante directa a la raíz de lo que se busca, gracias a lo que muestra el síntoma. Por otro lado, en decodificación no nos  focalizamos únicamente en las historias que nos cuenta la mente consciente ni nos dejamos seducir por ellas, sino que vamos directamente a buscar la historia inconsciente detrás del síntoma o el bloqueo, lo que nos ahorra muchas vueltas y mucho tiempo, entendiendo que un proceso terapéutico necesita del trabajo con el inconsciente y no sólo con la mente racional consciente.
 
 5-¿Cuántas sesiones se requieren para revisar un motivo de consulta?

En la primera sesión comenzamos el abordaje del motivo de consulta. Según los requerimientos y circunstancias de cada caso, el plan de acción a seguir y el número de sesiones restantes se informa al finalizar la primera sesión. De forma referencial, un motivo de consulta toma entre 1-5 sesiones con un espaciamiento de 10-15 días entre cada una para procesar e integrar los contenidos de cada sesión, así como realizar las tareas propuestas entre sesiones.

 

6-Estoy siguiendo otras terapias ¿es la decodificación biológica compatible con ellas?

Sí, cada una trabaja de forma distinta con sus propias herramientas en pos del bienestar del consultante.


7-¿Por qué “consultante” y no “paciente”
?

Porque así como la enfermedad fue desencadenada por la persona a través de su cerebro automático en respuesta a un sobre-estrés inusual, no habitual frente a una vivencia conflictiva, es la misma persona quien puede desactivarla, por lo que entonces tiene un rol activo en el proceso. Mi función como decodificador es acompañarla en la búsqueda y entrada en conciencia de dicha vivencia conflictiva para así desencadenar su curación y reencuadre de vida allí donde sea necesario.


jueves, 12 de abril de 2018

Leer una Carta astral



Los detalles tienen sentido cuando se observan desde la totalidad
Ante la proliferación de información astrológica de toda índole en internet, y antes las preguntas de algunas personas, a continuación quiero aprovechar de comentar brevemente el punto de partida que considero más adecuado a la hora de leer una carta astral.

Como ya he mencionado con anterioridad, en la carta vemos reflejado nuestro proyecto de vida con todos sus potenciales. Esto incluye aprendizajes que el alma desea revisar, “retos” derivados de estas circunstancias, algo de nuestra configuración energética, psíquica y emocional, aquello que nos puede parecer una dificultad o que nos dé miedo integrar, también aquello en lo que seguramente fluimos con docilidad, algunos puntos críticos o momentos de cambio en nuestras trayectorias vitales, y un largo etcétera.

De lo anterior considero que es de total relevancia que el astrólogo sea capaz de hacer una síntesis coherente de este proyecto de vida que integre sus diferentes elementos (posiciones planetarias, signos, casas, aspectos, tránsitos, etc.) en pos de ir a lo esencial del proyecto para recién desde allí ir fluyendo hacia los detalles y diferentes facetas con las que nos podemos encontrar, cosa que requerimos hacer siempre en contacto activo con la persona a quien leemos la carta y no de forma teórica/adivinatoria/especulativa, ya que podemos estar viendo algo que no está realmente allí y/o que no tiene nada que ver con los caminos de vida que esa persona está transitando ni con su proyecto. De otra forma estaríamos prestándonos a una especulación gratuita que no podemos confirmar ni desmentir, y no a una lectura de carta (que es lo que yo, al menos, ofrezco). Una cosa que, por muy elemental que parezca parece que se olvida con frecuencia, es que toda intuición, observación o proposición astrológica requiere ser contrastada con la experiencia, y para eso es necesario no olvidar que estamos leyéndole la carta a alguien (y no estamos simplemente leyendo una carta, en abstracto). Y ese alguien tiene una trayectoria de vida, con experiencias y hechos concretos, un mundo interno, modo de actuar y una presencia energética, todos estos elementos que nos ayudan a verificar o descartar nuestras afirmaciones astrológicas.
 
De aquí que desmenuzar una carta en pedacitos sin haber antes hecho una síntesis coherente del proyecto que ella contiene, a mi criterio no tiene mucho de lectura astrológica. Una cosa es focalizarnos en los detalles (sean estos planetas de gran influencia, casas llenas, aspectos que “destaquen”, etc.) teniendo siempre en cuenta con toda claridad el contexto del cual forman parte y otra muy distinta es pretender que sumando trocito con trocito estaremos leyendo una carta. Ocurre así que mucha de la información que abunda en internet suele generar confusión a quienes, interesándose por la astrología, aún estén en camino de desarrollar un criterio propio basado en la experiencia (de leer cartas, idealmente supervisados por alguien honesto y con experiencia integrada cuando somos estudiantes y, sobre todo, de estudiar y profundizar en la propia carta como herramienta de consulta en nuestro propio camino evolutivo. Así vamos viviendo a través de la experiencia misma y en primera persona qué es y qué no es una carta).

En el ámbito astrológico suele ser bastante sencillo conjeturar con todo tipo de cosas, y hacer que suenen “creíbles” para quien es un lector pasivo (y muchos pudimos haber iniciado de esa manera) pero creo no hay que olvidar que la teoría puede estar genial, pero es aún más genial cuando sirve para algo y es corroborada por la experiencia, y si hay algo que creo es fundamental en una visita al astrólogo es justamente que éste nos recuerde de ir a lo esencial de nuestro proyecto (carta) y a centrarnos desde ahí, desde la esencia en la que vibramos y que a veces tendemos a olvidar.
 
La astrología es finalmente –tal y como la vida- un camino destinado a ser transitado y experimentado, desde lo “concreto” hasta lo más “etéreo” en que nos veamos implicados, y esta experiencia es la que nos servirá de guía para navegar en los matices y facetas y distinguir entre ellas cuáles tienen sentido y resuenan en lo profundo de nosotros. La teoría puede equivocarse. La experiencia no.