martes, 14 de enero de 2020

Plutón, la violencia y los procesos evolutivos


Mucho puede hablarse de Plutón, en astrología una fuerza planetaria que a menudo ha estado rodeado de una cierta mala fama que en estos tiempos recién comienza a disiparse. Plutón es un planeta transpersonal, por lo que está asociado a movimientos evolutivos de la vida en su conjunto, y dentro de dichos movimientos se encuentran nuestras trayectorias de vida con sus ciclos y vaivenes. El rol de estos planetas usualmente lo percibimos como penetrando y creando turbulencia en nuestras identidades cristalizadas, para así abrir el espacio y generar las circunstancias necesarias que garanticen la continuidad de nuestro proyecto de vida reflejado en la carta natal (la carta natal nos muestra el proyecto de vida del alma para su encarnación presente, recordemos).

Para comprender mejor estos movimientos evolutivos de la vida resulta de mucha ayuda dejar de lado toda noción preconcebida de moralidad y de “bien-mal”, ya que los movimientos evolutivos no funcionan en esta dinámica dual, si bien se nos escenifican en ella. Por ejemplo: en el diseño de la naturaleza, algunos animales se comen a otros y rasgan sus carnes para utilizarlas como alimento, en un acto donde podríamos decir que hay una fuerza y una “violencia” en la que vida y muerte danzan y se ponen cada una al servicio de la otra, haciendo que los ciclos naturales mantengan su equilibrio y la cadena alimenticia su orden. Cuando vemos estas imágenes de depredadores animales podemos reaccionar con desagrado ante el depredador y lástima hacia la “víctima”, pero la naturaleza no conoce ninguno de esos dos términos, simplemente reproduce un patrón de funcionamiento.

Del mismo modo, cuando hay puntos de inflexión en los movimientos evolutivos individuales o colectivos pueden sobrevenir grandes crisis, derrumbamientos, caídas de sistemas, de modos de vida, de certezas, cambio de condiciones, impulsos destructivos, violencia desatada, etc.

Sabemos que cuando Plutón (junto a otros planetas que se coordinan en el esquema de tránsitos de la carta astral) llega a ciertos puntos específicos de una carta es la señal indicadora de que estamos ad portas de un tiempo de traspaso profundo de formas, donde se abre la caja y salen las sombras danzantes que estaban enterradas en lo profundo de la psique y una danza de muerte y vida comienza tarde o temprano: Lo antes vivo, ahora necesita transferir su energía y su esencia al esquema, forma o patrón que ahora continuará el proceso, y a esto en ocasiones le llamamos decadencia, caída o muerte: es el fin de una cosa que pone su energía desintegrada al servicio de otra, de la que viene.

En estos procesos no hay moral implicada: no se trata necesariamente de que lo que ha de morir estuviera “mal” y por eso sucumbió. Se trata simplemente de que ya no es adecuado al momento presente del movimiento evolutivo. Es un proceso matemático y no moralista. La matriz dual en la que experimentamos lo que llamamos “realidad” tiene estos vaivenes por algún motivo: lo que sube, luego declina para subir de otra forma en la espiral siempre cambiante. Por esta razón tendemos a hablar de auge y decadencia, pero para la vida es solamente un movimiento que luego da paso a otro y a otro…

Ahora bien, una consecuencia de los tránsitos de Plutón en puntos críticos de una carta astral, sea a nivel colectivo o individual, es que las identidades que hemos construido (lo que creemos que somos) tambaleen temblorosas ante su posible desintegración: el que basó su identidad en su función de trabajador de un sistema económico que va directo a la decadencia puede empezar a sentir miedo cuando percibe que a dicho sistema le va llegando su hora y que va directo a su destrucción (“y quién seré ahora?”). Cuando estamos bajo un fuerte proceso plutoniano ya no nos es posible mantener vivo aquello a lo que le llegó su hora, y nuestras identidades se resisten a entregar la esencia de lo aprendido a nuestra alma, que ahora puja por desintegrarlas y desarmarlas. Y lo que usualmente hacemos es oponer resistencia con uñas y dientes. Y ahí es cuando entra en escena la “violencia” plutoniana, que asegura que el traspaso se hará, aun cuando ellas pataleen y griten. Y seguir resistiendo sólo contribuye a acumular frustración y sufrimiento porque un tránsito plutoniano intenso es simplemente un despertador (que por nuestro pataleo vivimos como crisis) que pone sobre la mesa y en plena luz del día, en plena evidencia lo que YA ESTABA ahí pero no se quería ni queríamos ver. ESE será el material, el sustrato de la transformación necesaria para continuar el proceso. Por eso es que cuando a un sistema colectivo (como ahora actualmente ocurre con el capitalismo) le llegó su hora, todo tipo de cosas que estaban reprimidas, negadas y no expresadas comienzan a aparecer: las sombras colectivas se levantan en plena luz del día pidiendo ser integradas a la conciencia del momento: todo lo excluido demanda nuestra atención con una fuerza tal que ahora sí que no podemos mirar hacia otro lado.

La mejor forma de transitar un movimiento plutoniano fuerte es colaborando con la destrucción interna de todo lo que ya no es funcional al momento, comprendiendo que la “muerte psíquica” de identidades que cargamos solamente deja mayor espacio para que emerjan las adecuadas al momento, a medida que vamos llevando a la luz todo lo que estaba escondido en el baúl de las represiones y de las sombras psíquicas, pues en realidad lo que vivimos como un final que da miedo es simplemente una transformación, del mismo modo que el proceso regido por Plutón que más miedo nos da – la muerte- es simplemente un traspaso de frecuencias, matemáticamente hablando.

En resumen, Plutón es la fuerza, la intensidad y la violencia necesaria para que la esencia de una forma sea traspasada a otra forma. Es la destrucción requerida para que las formas, los patrones y esquemas cristalizados, que llevan mucho tiempo asentados del mismo modo permitan su desintegración para que la fuerza vital pueda continuar su proceso ahora en otra forma y bajo otro esquema o patrón. Es la violencia que propicia el traspaso y que genera la desintegración que permitirá que una nueva vida emerja, que contiene también el material de la anterior pero ahora sirviendo a una nueva forma. Por este motivo se asocia este planeta a la muerte y la resurrección, que es una forma de aludir a las transformaciones profundas y radicales, donde nada queda exactamente igual que antes.